Edimburgo para arriba, Edimburgo para abajo. Explorando a fondo la Royal Mile

Cabinas telefónicas en la Royal Mile de Edimburgo.

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En realidad son cuatro calles: Castlehill; Lawnmarket; High Street y Canongate. Pero en todo el mundo se la conoce como la Royal Mile de Edimburgo. Este nombre oficioso tiene su porqué. Esa milla real (sorprendentemente se pasa en escasos 80 metros los 1.600 que forman una milla) es el camino que separa el Castillo de Edimburgo y el Palacio de Holyrood, los dos grandes símbolos del poder político monárquico de la capital de Escocia. En esos 1.680 metros se apelotonan una buena parte de los grandes monumentos de la Ciudad Vieja. En la misma vía o en la maraña de avenidas, calles y closes (pasadizos) que desembocan en ella se encuentran los edificios que representan todos y cada uno de los poderes que dieron y dan forma a la compleja y fascinante identidad escocesa. Aquí está, por ejemplo, la Catedral de St Giles (High Street, sn), símbolo del poder de la Iglesia católica, desde su edificación como edificio románico en el siglo XII y de la posterior Iglesia Presbiteriana de Escocia tras la reforma. También aquí está la antigua sede del Parlamento Escocés (Parliament Square, 11), transformado hoy en Corte Suprema del país y otro clásico de las ciudades de esta parte del mundo: la Cruz del Mercado (divina la de Edimburgo), el lugar dónde se celebraba el mercado semanal, dónde se hacían las proclamas públicas y, en casos especiales, se ejecutaban las sentencias de muerte.

La Royal Mile es el corazón de Edimburgo. No es de extrañar que el nuevo Parlamento de Escocia (Horse Wynd), un complejo de edificios de arquitectura vanguardista diseñado por el español Enric Miralles (demasiado para la mayoría de escoceses y escocesas a los que les preguntamos) se encuentre justo al final de esa Royal Mile mirando frente a frene a las piedras centenarias de Holyrood, el palacio que sirvió de casa de familia a los míticos Estuardo, la última de las dinastías reinantes en el país antes de su integración en el Reino Unido (por culpa indirecta de España, todo hay que decirlo). Todo pasa por la Royal Mile. Y está claro que más allá de las dos líneas de edificios vetustos que forman esta calle de los prodigios hay vida y mucho que ver. Pero para conocer el alma de Edimburgo hay que recorrer esta calle de arriba abajo varias veces. Hay que ir y volver; hay que meterse en los ‘closes’ y descubrir lugares increíbles que nos hablan de historias aún más increíbles. Porque aquí se apelotonan los grandes lugares (dónde se gestaron las grandes páginas de la historia) y los pequeños sitios. Y aquí es dónde se encuentran las pequeñas historias que forjaron la identidad del país.

Un ejemplo claro de esto que decimos es el Castillo de Edimburgo (Castlehill, sn). En sus salas nobles y sus barracones uno puede rastrear la historia de las dinastías escocesas (ver las joyas de la familia Estuardo), el legado del dominio inglés o las glorias de armas de los distintos regimientos del país. Pero en sus sótanos más lúgubres y en sus calabozos se pueden ver otras señales de la historia: como la de los prisioneros jacobitas que purgaron ahí su castigo por formar parte de la famosa rebelión de 1745, última de la serie de levantamientos para reinstaurar la casa de los Estuardo. Pues las redes de lealtades que se forjaron aquí entre los prisioneros fueron clave, muchos años después, para el triunfo de los revolucionarios americanos. Otro lugar para descubrir estas pequeñas historias es Gladstones Land (Lawnmarket, 477), una vieja casona del siglo XVII que fue propiedad de una de las familias comerciantes más importantes de Escocia. Sus techos pintados y el mobiliario de la época son un buen ejemplo de cómo vivían las clases burguesas de una ciudad que fue uno de los escenarios de los principios de la Revolución Industrial del XVIII. Antes de entrar fíjate en la curiosa estatua de la fachada.

Internarse en los Closes.- Una de las cosas que más sorprenden de la Royal Mile es la gran cantidad de callejones que se abren a ambos lados de la calle principal. Si puedes entra a todos. Cada uno guarda alguna sorpresa o lleva a algún patio de vecinos impresionante. Uno de los atractivos de estos callejones son la gran cantidad de historias que guardan. El ejemplo paradigmático es Mary King's close: aquí junto al callejón principal (entre High Street y Cockburn) hay un pequeño laberinto de pasadizos en el que se puede ver como se vivía en la Edimburgo de los siglos XIV, XVI y XVII. Y por eso han montado un tour histórico que merece mucho la pena hacer: no sólo vas a saber cómo era el día a día de aquellos siglos, sino las pequeñas historias de algunos personajes como la pequeña Annie. Según dicen, fue una niña que murió de peste en el siglo XVII y que su espíritu se deja aún sentir por los callejones. Muchos visitantes le hacen un tributo en forma de dulces y juguetes. Otros closes interesantes son White Horse o Dumbar`s Close, un callejón a cielo abierto que conduce a un jardín muy bonito . En los últimos años se ha hecho muy famoso Bakehouse Close, situado justo en frente de Dumbar’s. Aquí se rodaron algunas escenas de la serie Outlander y eso causa furor.

El tramo bajo de la Royal Mile.- North Bridge actúa a modo de frontera partiendo la ciudad vieja en dos; Old Ttown hacia el lado del Castillo y Holyrood hacia el palacio del mismo nombre. Es la zona menos transitada de toda la ciudad histórica aunque concentra lugares de muchísimo interés como el Museo de Historia de Edimburgo (Canongate, 142) y The People's Story Museum (Canongate, 163), un magnífico edificio histórico en el que se guarda una colección interesante centrada en la vida del común de los ciudadanos y ciudadanas de la ciudad a lo largo de los últimos siglos. En esta parte de la ciudad hay verdaderas joyitas como el cementerio que rodea a la Iglesia de Canongate (Canongate, 153) o la posibilidad de atravesar White Horse Close para dar un paseo por New Calton Burial Ground, uno de los cementerios históricos de la ciudad (aquí está el memorial que rinde homenaje al inmortal Robert Burns, uno de los mejores escritores en lengua inglesa de todos los tiempos).

¿Merece la pena visitar Holyrood? Sí. Tanto como el Castillo de Edimburgo. Este palacio es de lo mejorcito de la ciudad y está buenísimo verlo porque es mucho más de lo que se ve porque es un lugar clave para entender la historia de Escocia. Antes de entrar pásate por Cheval Abbey y date el gusto de subir sus escaleras medievales. Holyrood se edificó sobre los terrenos de una vieja abadía del siglo XII (aún pueden verse restos de los edificios adosados al propio palacio) que fue transformado en residencia real al ir fagocitando las antiguas residencias de los frailes agustinos. El palacio sigue siendo residencia real británica en la actualidad, pero el edificio está vinculado de manera especial a la familia de los Estuardo. Pero más allá de los grandes salones, los tapices, las obras de arte o la arquitectura renacentista y medieval, Holyrood es famoso por un fantasma: el de David Rizzio, secretario de la reina María Estuardo que recibió 57 puñaladas mientras cenaba con la reina por orden del rey Enrique Estuardo. Según parece Rizzio y la reina eran amantes y el rey lo mandó matar por celos. El espíritu de Rizzio es el más famoso de palacio. Otra cosa interesante de Holyrood es su cafetería: de los mejores lugares de la ciudad para tomar el famoso té con pastas.

Otras visitas interesantes en la Royal Mile.- La cantidad de cosas que se pueden ver en esta calle kilométrica es apabullante. Y sólo te hemos contado lo más interesante. No dejes, por ejemplo, se pasar por Upper Bow para acceder a Victoria Terrace para ver Victoria Street desde arriba. Si vas con niños dales un respiro de tanta historia y tanto fantasma en Camera Obscura & World of Illusions (Castlehill, 549), un curioso museo centrado en las ilusiones ópticas con atracciones muy divertidas (nosotros estuvimos como tres horas y lo pasamos muy bien con nuestra hija de cuatro años). Justo enfrente de aquí tienes otra atracción para adultos: The Scotch Whisky Experience (Castlehill, 354). No te podemos decir como es la cosa porque no entramos. Pasando por James Close llegarás a Makars' Court, uno de esos magníficos patios interiores de esta parte de la ciudad. Aquí tienes el The Writers' Museum, un centro que explora la enorme tradición literaria del país y también Lady Stair's Close, una de las maneras más bonitas de bajar hacia la Galería Nacional Escocesa

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