Loch Lomond: un paraíso escocés a la sombra del Lago Ness
Lo tiene todo: un entorno espectacular, viejos castillos, casonas nobiliarias, viejas piedras que hablan de fantasmas, hadas, brujas y druidas. Pero su monstruo no es una celebridad. Y eso se nota en la cantidad de personas que se acercan a las orillas de Loch Lomond, pese a que está a muy poca distancia de Glasgow y Edimburgo. Pero la fama es la fama y las hordas de turistas enfilan las carreteras de las Highlands hacia las inmediaciones de Inverness para ver el lago más famoso del mundo dejando de lado una de las grandes maravillas naturales de Escocia: el Parque Nacional Lago Lomond y los Trossachs. La joya de la corona es el lago, que con casi 37 kilómetros de largo y tramos de ocho de anchura es la mayor superficie de agua dulce de la Gran Bretaña (aunque es cierto que la profundidad de Loch Ness lo convierte en el que tiene más volumen). Por tener tiene hasta su propio monstruo, aunque no es tan célebre como Nessie.
Pero a las riberas del Lomond hay que sumar los parajes contundentes de los Trossachs. Esta región situada al norte de Glasgow y Stirling es un importante trozo de terreno que funciona como frontera natural entre las tierras bajas y las altas. Y por eso es un resumen perfecto de los paisajes naturales e históricos del país. Aquí podrás encontrar grandes y pequeños lagos glaciares, amplias zonas de bosque, las montañas ásperas que adelantan el típico paisaje de las Highlands, torrentes oscuros rodeados de turberas y castillos para parar un tren. Este lugar es ideal para completar una escapada a Glasgow y una buena escala en una ruta de más días por el país. Desde aquí hay conexión directa con Fort William, un lugar mítico que sirve de puerta de entrada a las Tierras Altas y a la Isla de Skye.
Glasgow-Balloch; la puerta de Loch Lomond.- Desde Glasgow, el acceso a las orillas del Lomond se hace a través de la pequeña localidad de Balloch. Como suele ser habitual en Escocia hay cosas que ver cada pocos kilómetros. Y un ejemplo es el Castillo de Dumbarton (Castle Road –Dumbarton-) un lugar increíble en la que se unen el entorno y el ingenio humano. Desde aquí, la carretera A-82 abandona la ribera del Río Clyde para buscar el extremo sur del Lomond en Balloch. De la ciudad poco podemos decir ya que es bastante anodina. Pero merece la pena acercarse a la orilla del lago para ver un par de cosas. Para los amantes de la navegación hay un viejo barco de vapor varado en Balloch Pier justo al lado del Sealife Loch Lomond Aquarium (Drumkinnon Tower), con una expo que poco tiene que ver con el lago –todo hay que decirlo-. Pero el gran sitio que ver en la localidad es el Castillo de Balloch (Drymen Road, sn). La fisonomía actual de este castillo y sus bosques datan de principios del siglo XIX, pero aún pueden verse algunas torres y almenas que datan del siglo XI, época en la que el lugar se convirtió en la residencia habitual de la familia Lennox, uno de los clanes más poderosos de la Escocia medieval. Antes de irse a recorrer las orillas del lago no dejes de echarle un vistazo Boturich Castle (Alexandria Road), otra de las típicas casonas nobiliarias de la zona.
Siguiendo la A-82 hacia el norte.- La carretera A-80 corre junto a la orilla oeste del Lomond hasta su extremo norte (43 kilómetros). El camino pasa junto a algunas aldeas de poca importancia, complejos turísticos (algunos construido en antiguos castillos y casonas históricas –como es el caso de Cameron House-) y algunas atracciones naif como el Sendero de las Hadas (School Rd –Luss-), un pequeño parque temático sobre estos seres mitológicos situado en un porecioso bosque. En Luss no dejes de visitar su iglesia. No es nada del otro mundo, pero en el viejo cementerio puedes ver una vieja tumba vikinga compuesta por una pesada losa ricamente labrada. La carretera asciende hacia el norte alternando zonas despejadas y manchas de bosque. Párate en Firkin Point para hacer una de las fotos paradigmáticas del lugar: la cima del Ben Lomond sobre las aguas a las que este picacho da nombre. En Tarbet hay un viejo castillo (reconvertido en hotel) y la posibilidad de acercarte al mar en sólo un par de kilómetros. El lago se termina en Inveraman: pero antes puedes ver la curiosa Pirámide de Inveruglas, un mirador que desentona bastante con el entorno, y Pulpit Rock. Una mole de piedra muy cerca de la orilla que, como casi todo lo que hay sobre esta bendita tierra escocesa, es el escenario de mil mitos y leyendas. La A-82 sigue hacia el norte hasta la localidad de Crianlarich (un par de kilómetros antes puedes pararte a ver las Cascadas de Falloch). Una vez en el pueblo la vía se une a la A-85 que sirve para ir volviendo al entrono de Glasgow y Stirling o seguir por la A-82 hacia las Tierras Altas.
Three Lochs Forest Drive; una de las carreteras más bonitas de Escocia.- Como te decíamos, desde Crianlarich puedes hacer dos cosas. O seguir hacia el norte hacia las Highlands o tomar la A-85 para acercarte a Stirling (apenas 103 kilómetros). Si optas por esta opción tienes la oportunidad de hacer una de las rutas panorámicas más bonitas del país: la Three Lochs Forest Drive. Esta carretera de montaña transcurre, como su propio nombre indica, entre tres lagos: Katrine, Venachar y Acharay. El camino hasta la ruta panorámica también tiene algunos puntos de interés. El primero es el entorno del pico Ben More y algunos lagos divinos. Nada más dejar la A-84 y tomar la A-821 tenemos dos sitios de interés de gran valor histórico: la Samson's Putting Stone, una enorme piedra que según la tradición local fue depositada ahí por uno de los gigantes de la tradición céltica –según parece fue depositada ahí por los hielos de un extinto glaciar- y Dunmore Fort, un antiguo castro de la Edad del Bronce. Es un lugar muy bonito de ver.
Seguimos camino del mítico Loch Katrine, escenario de una de las obras más famosas de Walter Scott (La Dama del Lago). No dejes de echar pie a tierra en Glen Finglas. Ester lugar a orillas del Loch Venachar da acceso a una de las machas de bosque nativo mejor conservadas de todo el parque nacional. Estamos en el corazón de los Trossachs y aquí se adelantan las claves del paisaje que marca esta parte del parque: densos bosques en las zonas bajas y los valles y las alturas pedregosas y duras de las montañas. Es un paisaje de enorme belleza que te hace imaginar lo que debió ser esta espléndida isla antes de los procesos de deforestación atroces que sufrió durante siglos. Aquí los bosques se recuperan gracias a las políticas conservacionistas. Y da gusto. El Loch Katrine es uno de los puntos culminantes de la ruta. Aquí tienes dos opciones: o hacer algunos kilómetros por la orilla norte o tomar la excursión en barco que recorre el lago de punta a punta (entre 14 y 23 libras en septiembre de 2022). Merece la pena.
El loop hasta Stirling transcurre entre bosques alucinantes que culminan en Queen Elizabeth Forest. Desde aquí parten varios senderos que te permiten adentrarte en el bosque (y buscar los viejos robles que se erigen como verdaderos símbolos del lugar). Y también echar una pinta en Aberfoyle. La última de las propuestas antes de volver a las tierras bajas de Stirling es Loch Menteith. En medio del lago hay una pequeña isla con las ruinas del Priorato de Inchmahome, una pequeña comunidad monástica que funcionó entre los siglos XII y XV. Las ruinas son muy bonitas y lo especial de su emplazamiento acentúa el encanto del lugar. Para llegar hasta la abadía hay que tomar una barca desde Port of Menteith. Es un lugar único que merece la pena visitar. Y no va casi nadie. Desde aquí hasta Stirling apenas hay un paseo de 20 minutos en coche (30 kilómetros).
Fotos bajo Licencia CC: G Allais; Mig Gilbert; Ian Dick; John Bointon; Alexander Savin; Matt Gilbert; Andy Belshaw
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