Un viaje por el Valle del Mosela: Una pequeña guía de Trier, la Roma del norte

Maguncia, ciudad célebre por haber sido la cuna de la Imprenta, es la capital política y administrativa del ‘landen’ alemán de Renania palatinado pero Trier ostenta el papel de capital histórica que trasciende las propias fronteras del estado federado. Porque esta pequeña ciudad a orillas de este Mosela en el que estamos inmersos fue la primera de las grandes ciudades que se construyó en Centroeuropa. La ciudad fue fundada por el mismísimo Augusto (con el nombre de Colonia Augusta Treverorum) en el 16 antes de Cristo y se convirtió en la avanzadilla de la romanización en una Germania convulsa. Su historia es fascinante. Fue capital de la Bélgica Romana, sede de la Praefectus Praetorio Galliarum, una entidad que tenía jurisdicción sobre casi la mitad del Imperio desde la actual Marruecos a las fronteras del norte y, durante la llamada Tetrarquía (una especie de reparto del poder entre dos emperadores mayores y otros dos subalternos) fue una de las capitales oficiales del Imperio. Por aquí la llaman la segunda Roma y no les falta razón.

Trier (o Treveris) se puede ver bien en un día bien organizado. Pero no es mala idea pasar al menos una noche aquí para poder verlo todo sin apuros y darse el lujo de entrar a todos los grandes monumentos y museos que ofrece la ciudad. Una ciudad que tiene mucho que dar desde el punto de vista histórico y que cuenta con naturales y visitantes ilustres: desde el Emperador Constantino a Karl Marx pasando por los Reyes Magos – Dreikönigsschrein-, cuyos restos (según la tradición católica) estuvieron custodiados en la ciudad en su camino hacia Colonia.

Qué ver en Trier: una pequeña guía de la ciudad.- La mejor manera de encontrarse cara a cara con Trier es andarse hasta la Avenida de Noordalle y entrar en la ciudad antigua por la Porta Nigra (Porta-Nigra-Platz). Este es el primero de los grandes shocks que vas a sufrir si eres amante de la historia. Estamos ante una puerta fortificada de la antigua muralla romana: la mejor conservada de su tipo en todo el mundo romano. Visitarla es obligado por varias razones. La más obvia es su propia importancia patrimonial, pero también merece la pena subir porque desde sus pisos superiores se tienen unas vistas geniales de la ciudad vieja con panorámica destacada sobre la Simeonstrasse, la Hauptmarkt o la mole impresionante del Dom (catedral). La Porta Nigra forma parte de un complejo de edificios históricos (sobre todo el claustro del antiguo Monasterio de San Simeón) que hoy forman la sede del Museo de la Ciudad (Simeonstrasse, 60).

Desde la Porta Nigra hay que ir directos hacia la Hauptmarkt, la plaza del antiguo mercado y centro civil de la ciudad medieval y el espacio monumental más espectacular de la ciudad. Nos adentramos en uno de esos conjuntos medievales típicamente alemanes, con casas preciosas y joyas patrimoniales como la llamada Casa de los Reyes Magos (Simeonstrasse 20,), una vivienda románica del siglo XII donde la tradición dice que reposaron las reliquias de los míticos magos de oriente en su viaje hacia Colonia. Este trozo de ciudad es una acumulación de arte y arquitectura. ¿Qué otros lugares hay que ver aquí? Pues darse un paseo por los callejones de la Judería (acceso por Judengasse, 1), entrar a la Iglesia de San Gandolfo (Hauptmarkt 9), alucinar con la Torre de Frankerturm (Dietrichstrasse, 4) –un palacio fortaleza medieval que está intacto-,ver la Casa Roja (Fleischstrasse, 3), descubrir los miles de detalles que adornan las fachadas de la vieja Plaza del Mercado y admirar la Fuente de San Pedro antes de dirigir los pasos a la Plaza de la Domfreihof.

De la Catedral de Trier a la Basilica de Constantino.- El Dom (Liebfrauenstrasse, 12) es otra de las grandes referencias de la ciudad. Dedicada a San Pedro, patrón de la localidad, tiene el título de iglesia más antigua de Alemania y en algunas de sus capillas pueden verse muros de ladrillo del primitivo edificio romano del siglo IV y en unas obras aparecieron restos de antiguas casas y abundantes mosaicos y pinturas que hoy forman parte de la colección del Museo Catedralicio (Platz d. Menschenwürde, 1) que merece la pena verse también por la belleza de su edificio (una curia construida en estilo renacentista). Así que este imponente edificio es el resultado de siglos y siglos de reformas y añadidos que culminaron en un conjunto donde sobresale el gótico, el románico y los añadidos barrocos. Pero todo empezó en el 310 con la construcción de cuatro ‘basílicas’ que formaron el cuerpo de la iglesia primitiva. El edificio es bellísimo y su claustro es precioso.

Salimos del entorno del Dom por Liebfrauenstrasse y pasamos bajo un pequeño arco para plantarnos enfrente del monumento más importante de la ciudad y casi que de toda Alemania. La Basílica de Constantino (Konstantinpl., 10) es el edificio romano mejor conservado de toda Europa. Este enorme edificio de planta basilical formaba parte del complejo de construcciones del palacio del emperador en Treveris y servía como salón del trono y de audiencias. Según parece, la construcción data de principios del siglo IV y su interior contaba con enlucidos y mármoles que desaparecieron durante las invasiones bárbaras y la Edad Media. Sufrió varias reformas y destrucciones parciales hasta que se decidió recuperar el aspecto romano original. Es un lugar que asombra por su grandeza y simplicidad. Adosado a la Basílica se encuentra el Palacio del Elector (Willy-Brandt-Platz, 3) un precioso edificio barroco que servía de residencia al Arzobispo. Si cruzas los jardines que hay junto al conjunto palaciego vas a llegar a una serie de pabellones y palacios que hoy albergan el Museo Regional Renano (Weimarer Allee, 1). Imagínate las maravillas que atesora. Ni que decir tiene que destacan las colecciones romanas.

De Roma a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial pasando por los orígenes del comunismo.- Empezamos este tercer paseo en Zentrum Trier, una confluencia de avenidas y calles que ejerce de epicentro urbano. A dos pasos de aquí está la Casa Museo de Karl Marx (Brückenstrasse, 10) en el inmueble donde el filósofo nació y pasó el primer año de vida (su familia se mudó en 1819 a una pequeña casa cerca de la Porta Nigra). Hoy es un museo que depende de la fundación del potente PSD, el partido socialdemócrata alemán. Si no te interesan estas historias puedes ir directamente hacia Viehmarktplatz para visitar las Termas del Mercado de Ganado. Aquí unas obras de reforma dejaron al aire unas pequeñas termas que han sido musealizadas. Termas por todos lados: en la Avenida Südallee puedes ver los restos de las llamadas Termas de Bárbara (Südallee, sn –cerca del río-) que fueron las más grandes construidas al norte de Los Alpes y un poco más hacia el interior, las Termas Imperiales (Weberbach, 41) que nos recordaron mucho a las famosas Termas de Caracalla en Roma. Aquí puedes ver buena parte de los muros de la fachada, los canales de agua, las piscinas y los túneles y sistemas de calefacción. Pero lo que más nos impresionó fue poder ver las técnicas de construcción en ladrillo: arcos de distribución de cargas, pilares, muros compuestos… Una maravilla.

Otro punto interesante del pasado romano de Trier es su Anfiteatro (Olewiger Strasse, 25) que se conserva casi entero con su antiguo graderío cubierto de césped (con vistas impresionantes a una montaña cuajada de viñedos). Lo mejor de este complejo ‘deportivo’ de la antigüedad es que se puede acceder a los túneles que se encuentran bajo la arena y ver como se organizaban los diferentes mecanismos que servían para subir y bajar los elementos ‘del espectáculo’ a la superficie (Puedes leer el artículo que publicamos sobre los falsos mitos de los gladiadores romanos). Y culminamos la visita en el Monasterio de  San Matías (Matthiasstrasse, 85), uno de los lugares de peregrinación más importantes de Centroeuropa gracias a albergar las ‘reliquias’ de San Matías, Apostol. Más allá de las cuestiones religiosas, este cenobio benedictino es otro edificio notable que hunde sus raíces en los últimos tiempos del Imperio Romano. Aquí te vas a encontrar con un complejo medieval precioso (la cripta es impresionante) y un cementerio que nos dejó helados. Pudimos ver como el año 1944 se repetía con insistencia en la mayor parte de las tumbas. Un recordatorio de los estragos de los bombardeos aliados sobre la población civil.

Volver al centro por la orilla del Mosela.- No es mala idea ir desde San Matías al centro de la ciudad paseando por la orilla del Mosela. El río también es una parte importantísima de la ciudad y está íntimamente vinculado a su historia. Y por eso también hay varios ‘monumentos’ que visitar. El más antiguo es el Puente Romano (a la altura de Karl Marx Strasse). Aunque este Römerbrücke ha sido reformado mucho a lo largo de la historia, sus pilares de piedra siguen siendo los que se pusieron ahí en el siglo II para sustituir a los antiguos de madera (puedes ver restos de estos pilares en el Museo Regional Renano). A partir de aquí, el elemento más curioso del paseo son las antiguas grúas (Kräne) que se encuentran en las orillas y que servían para descargar y cargar las barcazas que llevaban y traían mercancías a la ciudad. Estas grúas se construyeron en el siglo XV y son de las más antiguas de Europa.

Fotos bajo Licencia CC: Les Williams; April Weeks; Sharon Hahn Darlin; Jacob Martin; bvi4092; Andrew Crump; Heribert Bechen