Vila-real reserva 300 plazas de aparcamiento privativas para discapacitados mientras València o Sagunt no tienen ninguna

Vila-real, con una población de poco más de 50.000 habitantes, dispone de unas 300 plazas reservadas para personas con movilidad reducida de uso privativo. Es decir, únicamente están autorizados para estacionar en dicho lugar la tarjeta y el vehículo asignados a cada plaza. A estas hay que añadir las habituales para personas con movilidad reducida en las que puede aparcar cualquier vehículo que disponga de la correspondiente tarjeta acreditativa de discapacidad.

Según el artículo 14 de la ordenanza municipal aprobada en su día por el Ayuntamiento, entre los requisitos para acceder a esta reserva de plazas se encuentran: que el usuario esté empadronado en Vila-real, que sea titular de la tarjeta de estacionamiento para personas con movilidad reducida, no disponer de plaza de garaje en propiedad, tener un grado de discapacidad superior al 65 % y contar con un certificado del médico de cabecera que determine dificultades de movilidad que requieran ayuda para su desplazamiento “mediante el uso de silla de ruedas de carácter permanente o que dependa absolutamente de dos muletas, bastones o de andador”.

Tal y como denuncia un vecino de la localidad, Josep Gallego, esta proliferación de plazas de aparcamiento en plena calle para particulares concretos es una anomalía que no se da en otras ciudades. Según ha podido comprobar elDiario.es, en municipios de mayor tamaño, como Sagunt (con más de 70.000 habitantes), no existe ninguna plaza de estas características; lo mismo sucede en València, con cerca de 850.000 habitantes. Desde ambos consistorios explican que todas las plazas existentes para personas con movilidad reducida están a disposición de cualquier ciudadano que reúna los requisitos legales.

Gallego, con una discapacidad del 33 % tras ser operado de un tumor cerebral y usuario de la tarjeta de aparcamiento para personas con movilidad reducida, solicitó inicialmente una plaza privativa: “Me dijeron que la pidiera y lo hice, y me la denegaron con razón, ya que no cumplo los requisitos. Por ello, y vistas las dificultades para aparcar por la gran cantidad de plazas reservadas para uso privativo, reclamé que se habilitaran más plazas genéricas en lugar de las de uso exclusivo”. También solicitó una en las proximidades de su casa, “pero se negaron; incluso desde el Ayuntamiento me dijeron que me buscara una plaza de garaje, hasta que hace unos días se me comunicó que se había dispuesto una a unos cien metros”.

Pero esa no es la solución que reclama Gallego. Para él, lo necesario no es una plaza cerca de su domicilio, sino que se abran aquellas que son de uso exclusivo: “No tiene sentido que en una calle como Ausiàs March, de apenas cien metros de longitud, haya una decena de plazas reservadas, de forma que no se puede aparcar en más de la mitad del vial”. Además, explica que ha hablado con el concejal y con el inspector de la Policía Local responsable de movilidad: “Le dije que acudiría a los tribunales y me respondió que no sabía el dinero que me iba a costar recurrir a la justicia. No es justo que se privaticen las plazas de aparcamiento en la vía pública”, sostiene.

La ordenanza municipal que regula estas plazas en Vila-real fue revisada en 2020 a instancias de Acudim y la Federación de Asociaciones de Vecinos para garantizar el “uso correcto” de estas reservas. La actual normativa, tal y como ha confirmado el concejal de Policía y Servicios Sociales, Toni Marín, se extiende hasta 2027; añade, además, que con este reglamento no se han concedido tantas plazas de estas características como las que se otorgaban con anterioridad.

La ordenanza actual es más restrictiva que la anterior. No obstante, concedía una moratoria de cuatro años a las plazas existentes: “Cuando decaiga, revisaremos las plazas actuales y se les volverá a pedir la documentación pertinente a los usuarios beneficiarios bajo los criterios de la nueva ordenanza. Esta situación ya se le ha explicado a Josep Gallego”, indica el concejal.