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El nuevo insularismo canario

Antonio Morales

El acontecimiento político de esta semana en Canarias fue la celebración del debate sobre el estado de la nacionalidad. Es el primero que afronta el presidente del Gobierno canario Fernando Clavijo que, como saben, representa a la tercera fuerza política en número de votos. Gracias a un injusto sistema electoral Coalición Canaria-PNC con 165.446 votos obtuvo 18 escaños, mientras que la fuerza más votada en mayo de 2015, el PSOE, con 15.000 votos más logró 3 escaños menos, y el Partido Popular, con 4.000 votos más que CC-PNC, tiene 6 diputados menos.

La Agrupación Socialista Gomera obtuvo 3 escaños con apenas 5.000 votos, Nueva Canarias que consiguió casi 20 veces más (93.152) que el partido de Curbelo solo tiene 5 escaños (dos más que la ASG). Está claro que el sistema electoral beneficia a los partidos insularistas y Coalición Canaria es hoy en día una suma de fuerzas insularistas herencia de las primitivas Agrupaciones Independientes de Canarias donde Asamblea Majorera ha ocupado el espacio de lo que fue Independientes por Fuerteventura. Es una perversión democrática que un 17% de la población elija al 50% de los diputados frente al 83% que elige al otro 50%.

El insularismo siempre se alimentó del pleito insular. Esta semana las dos fuerzas insularistas representadas en el Parlamento canario (Coalición Canaria y el partido de Casimiro Curbelo) han vuelto a realizar una escenificación del levantamiento del hacha de guerra, pero esta vez no se han basado en la pelea entre Gran Canaria y Tenerife, sino entre las islas capitalinas y las no capitalinas. Y levantan el hacha de guerra defendiendo un reparto del IGTE aplicando la triple paridad. Desde la tribuna del Parlamento el presidente gomero Casimiro Curbelo reconoció que fue idea suya y que Clavijo la asumió en una reunión de la FECAI. Aunque ya lo tenían todo amarrado previamente.

Los insularistas se oponen al cambio de este sistema electoral que les beneficia y no lo van a cambiar, a pesar de la promesa que realizó la portavoz del PSOE, Dolores Corujo, en el debate de esta semana. Recientemente el pleno del Cabildo de Fuerteventura aprobó una moción a favor de la triple paridad: en el texto dicen que “cambiar el actual sistema electoral sería desequilibrar Canarias en detrimento de las llamadas islas periféricas”. Esto lo dice el cabildo de una isla, Fuerteventura, que con 107.367 habitantes eligió 7 escaños en el Parlamento canario, frente a La Palma que con 82.346 residentes tiene 8 diputados . Ese mismo número, ocho escaños, son los que representan a los 143.209 habitantes de Lanzarote. La población conejera supera en 30.000 a los 113.716 que suman La Gomera, La Palma y El Hierro y, sin embargo, las 3 islas eligen 15 diputados. Pero, ya ven, para el nuevo insularismo canario la población de Gran Canaria y de Tenerife es la causa de sus males, somos los privilegiados, los que más tenemos, frente a las islas “más pobres” en boca de Casimiro Curbelo. Y obvia que el PIB per cápita es superior en estos momentos en Lanzarote y Fuerteventura –y casi en la Gomera- al de Gran Canaria.

Lo que el insularismo une que no lo separen las siglas políticas. Por eso el pasado miércoles en la tribuna del Parlamento canario el portavoz de la Agrupación Socialista Gomera, Casimiro Curbelo, se convirtió en el mejor defensor del presidente Fernando Clavijo. Y lo defiende como “el presidente sensible a las islas no capitalinas” ante la falta de argumentos para defender la gestión de un gobierno canario continuista, que no logra cambiar la tendencia en las políticas sociales (Román Rodríguez recordó que seguimos con los peores datos en atención a personas en situación de dependencia, en pobreza, en desigualdad y exclusión social, con listas de espera sanitarias impresentables), un gobierno que se plantea como prioridades la nueva Ley del Suelo y la apuesta por el mismo modelo económico basado en el binomio turismo-construcción, y que mantiene el mismo modelo energético que defiende la construcción de regasificadoras. Son las mismas políticas que ha hecho Coalición Canaria cuando ha gobernado con el PP, por eso en este debate de la nacionalidad solo se comportaron como fuerzas de oposición Nueva Canarias y Podemos.

El nuevo insularismo que dibuja a las islas periféricas como las más pobres y marginadas no se corresponde con la realidad. La mayoría de los 150.000 canarios y canarias que no reciben ningún tipo de prestación no residen en La Gomera ni en La Palma o el Hierro. Simplemente sus poblaciones no suman esa cantidad. Por supuesto que defendemos el equilibrio entre las islas y entendemos que hay que intentar que las islas no capitalinas no sufran una doble insularidad, no tengan que pagar más por una asistencia sanitaria o por mandar a sus hijas e hijos a la universidad. Defendemos una distribución justa en los presupuestos. Por eso Nueva Canarias rechazó desde el minuto uno el pacto de financiación autonómica que firmaron el Gobierno canario (CC y PP con José Manuel Soria como consejero de Economía) y el Gobierno del PSOE de Rodríguez Zapatero. Un sistema de financiación que supuso para Canarias, según la actual consejera de Hacienda Rosa Dávila, solo entre los años 2009 y 2013 una pérdida de más de 9.000 millones de euros respecto a la comunidad mejor financiada. Por eso Rosa Dávila, que formaba parte del Gobierno que firmó esa financiación, pide ahora de forma “urgente” su reforma. Y lo pide Casimiro Curbelo que era dirigente del PSOE cuando se firmó ese acuerdo y no dejó ese partido por la financiación, sino porque no lo querían en sus listas.

Uno de los autores que más ha estudiado el pleito insular es Marcos Guimerá Peraza. En su libro “El pleito insular” (editado en 1979 por la Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas) cuenta como en las primeras décadas del siglo XX en Gran Canaria se movilizaron los diputados a favor de la división provincial. El sábado 17 de octubre de 1908 el diputado José del Perojo murió en el Parlamento español. Ese día le tocaba defender su enmienda a la Ley de Administración Local en la que planteaba la autonomía administrativa de Las Palmas respecto a Santa Cruz de Tenerife. Mientras intervenía el diputado por Tenerife Benítez de Lugo para rechazar la enmienda de Perojo, tuvo que interrumpirse la sesión porque Perojo se había desmayado defendiendo la división provincial.

Canarias se construye con todas las islas. Y eso está obligado a entenderlo el presidente del Gobierno canario, aunque haya llegado a ese puesto siendo la quinta fuerza política en Gran Canaria, con el respaldo de apenas el 6% de los electores de una de las dos islas más pobladas. No nos gustan los insularismos, ni los de los siglos XIX y XX que contó Guimerá Peraza, aquellos primitivos que venían bien a la Metrópolis porque mientras las burguesías de Tenerife y Gran Canaria se enfrentaran entre ellas no se rebelaban ante Madrid, y los muertos, como Perojo, los ponía Canarias. Pero tampoco nos gusta el nuevo insularismo canario heredero de las AIC, este insularismo que vimos esta semana en el Parlamento canario. Venimos de una tradición política y social que empezamos a vivir en los tiempos universitarios en La Laguna, con estudiantes de todas las islas que teníamos inquietudes por la defensa de las libertades, del autogobierno y de la cultura y la identidad canarias.

Otros no pueden decir lo mismo. Por eso, como no pueden cambiar su historia, intentan cambiar el presente y tienen el cinismo de llamarnos insolidarios a quienes defendemos el equilibrio entre las islas, a quienes recordamos el lema que utilizó el abogado majorero Manuel Velázquez Cabrera en su campaña del “plebiscito”, en la que recogió firmas en todas las islas, en Madrid y Barcelona, para defender que las islas no capitalinas también tuvieran representación en las Cortes. “Suum unicuique tribuere” (dar a cada uno lo suyo), ese es el lema que puso en la portada del documento en el que defendía que todas las islas fueran tratadas de forma igual. No imagino a Velázquez Cabrera criticando a las islas capitalinas en el Parlamento canario, con tres islas no capitalinas que suman los mismos habitantes que Fuerteventura y tienen 15 escaños frente a los 7 de la isla majorera. Pero ya sabemos que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, por mucho que los nuevos insularistas se disfracen de nacionalistas de toda la vida.

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