Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

THE SECRET LIFE OF WALTER MITTY

Sin embargo, vivimos en una época en la que los mandamases -o sea, quienes tienen el capital- mandan a una caterva de mamarrachos endomingados para que limpien su basura y, de paso, sean el blanco de todas las críticas. Una época en la que, con la cuenta de resultados en la mano, estadísticas y curvas que son inmunes a cualquier desaliento, como aquellos que las enarbolan, se destruyen carreras profesionales con la misma facilidad que se tira el papel en el váter, una vez que se terminan de hacer las necesidades fisiológicas. Una época en la que personas como Walter Mitty (Ben Stiller) están condenadas a sufrir los abusos de unos lameculos profesionales que, ni en un millón de años, serán tan buenos profesionales como lo es él.

Acabar con la mítica revista Life - icono de modernidad, vanguardia y periodismo de actualidad, pero sin olvidar que el pasado está y que no hay que perderlo de vista, lugar de trabajo del personaje principal de esta historia, - para transformarla en una publicación on-line es sólo una consecuencia de los tiempos en los que vivimos. Nadie negará, y menos cuando esta columna se publicará en un medio digital, que los tiempos han cambiado y las cosas ya no son como antes.

Otra cosa muy distinta son los modos, las maneras y esa obsesión por parte de quienes llegan como “emisarios del cambio” por tratar de ser más cínicos, tiranos y mentecatos que aquéllos que no tienen las agallas de hacer el trabajo sucio. Son tan miserables que, ni tan siquiera, son capaces de articular un discurso coherente. Todo se les va en querer ser “graciosos”, cuando ni tan siquiera saben el terreno que están pisando.

Más les valdría hacer sus deberes, conocer la historia de la empresa, empleados y trayectoria, antes de presumir de lo bien que hacen las cosas, con sus trajes mal cortados, sus corbatas estridentes y sus modales de taberna de puerto, aunque presuman de todo lo contrario.

¿Creen que exagero? Pues si así lo piensan, mejor que hablen con personas que han pasado por lo mismo que pasó Walter Mitty y que vieron cómo cualquier imberbe cretino les despidió con una sonrisa de anuncio cutre y, encima, pareció que les estaba haciendo un favor.

En el caso de Walter Mitty, su destino final estaba condicionado por la desaparición del negativo con la última portada de la revista física, una imagen obra del fotógrafo Sean O'Connell (Sean Penn), versión contemporánea del no menos mítico Robert Capa. O´Connell, una de las pocas personas que reconoce y valora el trabajo de Walter al frente del archivo fotográfico de la revista, será el detonante del cambio vital y anímico que sufrirá el personaje principal.

Es, entonces, cuando la rutinaria vida de Walter se transforma en una carrera contra reloj, la cual le llevará hasta la lejana Groenlandia, lugar desde donde el fotógrafo viajó a Islandia y, una vez allí, esperar la erupción del volcán Eyjafjallajökull. Los esfuerzos de Walter se verán coronados por el fracaso, dado que, salvo por el hecho de presenciar la furia de un volcán, en primera persona, no logra contactar con O´Connell. Esto, como es lógico pensar, le supone ser el blanco de las iras de quien tiene el poder de terminar con su carrera y, con ello, ser fulminantemente despedido. Llegados a este punto, cualquiera hubiese tirado la toalla, pero Walter Mitty, no, sobre todo porque, cuando ya no tienes nada que perder, la vida se ve de otra forma. De ahí que, cuando encuentra otra pista con el paradero del fotógrafo, acabe dando con sus huesos en las heladas montañas de Afganistán.

Al final, la respuesta estaba en el regalo de cumpleaños que O´Connell le envió a Walter, justo cuando la historia comienza, pero que el segundo pasó por alto. Ésta, en forma de negativo, el cual se transformará en la última portada de la revista, es una patada en las partes pudendas para todos aquellos que se creen que están en posesión de la verdad absoluta, además de los mandarines políticos, que mejor que se estuvieran callados.

Quizás la secuencia que mejor demuestra la miseria moral de todas esas personas es aquélla en la que Walter Mitty le pregunta a Ted Hendricks (Adam Scott) si conoce el motto de la revista y el segundo le responde “I´m lovin´ it”, eslogan publicitario de la empresa de comida rápida McDonald´s. Su actitud, su semblante y su misma gestualidad resultan del todo insultantes y demuestran que, hasta para limpiar la basura, hay ser un buen PROFESIONAL y no un mediocre como Hendricks.

Una vez que Walter y Cheryl (Kristen Wiig) ven la portada antes comentada entenderán que queda espacio para la esperanza, a pesar del sinsentido en el que estamos viviendo en este mundo globalizado, donde cada vez importa más “tomar el dinero y correr” en vez de preocuparse por las personas y sus necesidades.

The Secret life of Walter Mitty, basada en un relato del mismo nombre publicado en 1939, es una de esas extrañas películas que te devuelven la esperanza y te animan a no dejarte vencer por las adversidades, por muy extremas que éstas puedan ser. Además, la película, escrita y dirigida por Ben Siller -muy lejos de sus papeles de payaso extremo- reivindica la persona, sus querencias y sus ganas de ser diferente frente al comportamiento tribal o “de rebaño”, donde todo el mundo tiene que hacer lo mismo, acompañado de las mismas personas y a la misma hora.

En su viaje, Walter descubre que nunca debió olvidar aquellas cosas que eran importantes en su vida, porque sin ellas, su espíritu siempre estará cojo e incompleto, por mucho que la sociedad trate de hacerte ver lo contrario. Lo importante es la persona y no lo que se espera de ella, su papel en la sociedad y tonterías por el estilo. Esas frases hechas se quedan en los memorandos de esperpentos como Hendricks, por lo menos hasta que alguien les despida.

Ah y el motto de la revista Life era el siguiente: To see the world, things dangerous to come to, to see behind walls, draw closer, to find each other, and to feel. That is the purpose of life.

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2016

© 2016 Twentieth Century Fox Film Corporation, Samuel Goldwyn Films & Red Hour Films

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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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