Ya empiezan a conocerse algunas consecuencias de la decisión de Pilar Parejo, viceconsejera de Turismo plenipotenciaria, de dar cerrojazo a los hoteles escuela y adscribirlos a Educación. No nos referimos sólo a los daños colaterales de índole política, como el cabreo que tiene Herrera Velázquez y que se habrá que reconducir de alguna manera en la próxima crisis de Gobierno. Nos remitimos, de momento, al desconcierto que embarga al amplio grupo de padres que no saben qué hacer ahora con sus hijos al conocer que no los podrán matricular, y encima, encontrarse con otros plazos de centros docentes cerrados. Nos chisman que tales efectos colatelarles no preocupan en absoluto a la señora Parejo porque los ha medido y considera que son asumibles políticamente. Ella sabrá.