Las televisiones locales se reprodujeron como hongos durante aquel boom de los noventa en el que todo el monte parecía orégano. Pero todavía nos podemos encontrar con empresarios que no saben realmente para qué tienen una televisión, pero no las quieren cerrar no vaya a venir otro a quedarse con el juguetito y luego vengan los kiries. Santana Cazorla es un ejemplo típico de empresario que considera que la televisión puede influir en los políticos y alegrarles el día con una entrevista cuya audiencia no conoce ni la propia televisión. Pero dejan muchas pérdidas, y lo que hacen los empresarios cuando una actividad deja pérdidas es despedir al personal y quedarse con un hombre orquesta. En Canal 7 ese hombre orquesta se llama Juan González, y lo mismo te despacha una copa que te pone unos rótulos de aquella manera tan poco agraciada gramaticalmente hablando; o te presenta cuatro programas y le da al botoncito de la moviola. Ya se aclarará el panorama televisivo, por el bien de los que tratan de hacer las cosas como mandan los cánones.