Y pasamos a la política, que ya va siendo hora. Los otros tres personajes de la jornada se ganan hoy el apelativo de excesivos porque en lo que va de semana han mostrado cuáles son sus debilidades cuando ellos mismos las elevan a la enésima potencia. José Manuel Corrales se acaba de ganar la segunda expulsión de su carrera política. La segunda expulsión que se sepa, porque no ha sido X Tenerife el segundo partido en el que se integra este hombre con asentamiento tan inquieto, sino el tercero. Primero estuvo en Izquierda Unida, donde le resultó imposible destacar de la manera que sí consiguió cuando se pasó al PSOE. En la convulsa y abigarrada agrupación local de Santa Cruz de Tenerife enseguida hizo carrera y alcanzó el puesto de secretario general. En una de sus habituales pasadas de frenada, Corrales perdió el control y se salió de la pista. Cometió un error político grave que pagará siempre: prometió al secretario general, José Miguel Pérez, que apoyaría la candidatura de Julio Pérez a la alcaldía de Santa Cruz y, sin que el jefe hubiera acabado de salir por la puerta, ya estaba reuniendo a la asamblea para postularse él. Su defenestración dio lugar a un cataclismo en todo el PSOE tinerfeño con una serie de bajas voluntarias que algunos no terminarán de agradecer en lo que les quede de carrera política.