No gana para sustos la Santa Madre Iglesia, que entre los patinazos de su púrpura y de algunos de sus pastores más relajientos, más lo que se dice en los best-sellers del año, no da abasto. No nos vamos a meter con las teorías del Código Da Vinci, que darían para una tesina u otra novela, ni con los intentos de algunos colectivos de excomulgar a la Iglesia de los Presupuestos Generales del Estado por su particular opinión sobre la mujer y sobre la libertad sexual. Es que, además, aquí, en Canarias, se ha detectado un movimiento con ribetes muy nacionalistas que pretende presionar lo suficiente como para conseguir que el próximo obispo de la Diócesis Canariensis sea canario. Recordarán que ya hubo pelotera en Euskadi ante la sustitución del obispo Setién por un prelado no vasco, pues bien, por ahí van los tiros. Dicen los promotores de la iniciativa, tachados de independentistas por sus opositores, que las particularidades socio-económicas de Canarias obligan a nombrar personas conocedoras de nuestra realidad. Habrá polémica, ya verán.