Parece lógico pensar que cuando unos funcionarios están en una situación delicada, cuando los jefes quieren ventilárselos por la vía de en medio, u oxigenarlos, que es el verbo fino que lo define, no van a salir públicamente diciendo que todo es verdad. Lo comprendemos. De ahí que, como primera medida, dediquen los dos primeros puntos (de cinco que tiene el comunicado) a decir que ni han nombrado portavoz ni han autorizado a nadie que diga nada en su nombre. Bueno, vale, de acuerdo, matemos al mensajero. Luego aseguran que no se han planteado ?en ningún momento demandar por acoso a ningún miembro de la Audiencia de Cuentas?, lo cual no significa que no exista acoso. Pero las perlas vienen en los dos puntos siguientes, que hay que leer con cariño: ?cualquier diferencia que podemos tener dentro de la institución queremos resolverla dentro de la misma? y, atención, ?lamentamos el daño que en nuestro nombre se haya podido hacer a determinadas personas, entre las cuales nos sentimos incluidos?. Finos sí que son. Porque esto se traduce en que lo van a lavar en casa, como ha quedado dicho, y que no quieren cabrear a nadie en estos momentos, lo cual es muy comprensible. Y muy humano. Desmentido queda, pues, lo cuál no es obstáculo, óbice o valladar para que terminemos demostrando lo que es verdad.