En la esquina de Venegas con Cebrián, en Las Palmas, junto a las obras de unos nuevos aparcamientos que se eternizan, los automovilistas han dado con un espacio para que aparquen exactamente dos coches. No molestan a nadie porque el carril sólo bus se corta allí como consecuencia de las vallas de las obras del referido aparcamiento, y tampoco entorpecen la circulación ni el tránsito de los peatones. Pero no importa, hasta esa esquina ha llegado el brazo imparable del guindilla ponemultas, un poli motorizado que empapeló el otro día a los dos coches que estaban aparcados alegando que impedían la visibilidad de una señal de tráfico. Falso, como se puede demostrar a poco que alguien se moleste en comprobarlo. Uno de los afectados, que se sube por las paredes, ruega al Ayuntamiento que busque fórmulas más imaginativas para recaudar sin perseguir tanto al sufrido ciudadano. Queda dicho.