Agitados por aires del extrarradio, confundidos por fuentes contaminantes que hablan de división de opiniones donde hay unanimidad, empeñados en no ser convidados de piedra donde se les otorga el máximo protagonismo (en proporción a las urnas), dirigentes de Nueva Canarias han decidido que les toca ser los enfermeros que proporcionen a José Manuel Soria el balón de oxígeno que pide a gritos por las esquinas. El escenario escogido vuelve a ser, ¡qué calamidad!, la renovación de órganos directivos de La Caja, donde se trata de mantener a toda costa el más obsceno de los inmovilismos bajo la apariencia de un ingenuo golpe de efecto que no suma más que frustraciones con nocivos efectos de futuro. Se imponen las tesis de acabar con el más de lo mismo, a lo que Román Rodríguez y los suyos contraponen el caduco todo vale (¡con el PP, ni de coña!, dijeron una vez) con tal de tocar poltrona.