“Un error contable”. Ésa ha sido la excusa que ha esgrimido el Partido Popular tras conocerse que pagó de sus fondos al ex presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, cuando ya había accedido a ese cargo gracias a su estrecha amistad de pupitre con José María Aznar. Un error contable en el que probablemente nadie habría reparado de no ser porque un juez de la Audiencia Nacional parece empeñado en desentrañar los misterios de la contabilidad del PP, de donde han salido los pagos más sorprendentes ?y lo que nos queda por ver- que imaginarse pueda alguien de un partido político en una sociedad democrática y teóricamente transparente. La excusa del PP nos ha hecho recordar a muchos otros errores contables y cuentistas cometidos por el mismo partido en su sucursal canaria, verbigracia el Bragagate y el caso Patronato de Turismo de Fuerteventura, dos de los escándalos conocidos porque, como ha quedado expuesto, estos desfases sólo afloran cuando los dirigentes de la cosa son sorprendidos por la prensa, mayormente la aquí presente, miccionando por fuera de la escupidera. Analicemos los dos asuntos en cuestión porque en ambos se trataba de beneficiar al partido y/o a algunos de sus más señeros dirigentes. Y en ninguno de esos casos se produjo una dimisión o una petición pública de disculpas, cuando lo que se detrajo de manera ilegal fueron dineros públicos camuflados luego como errores contables. Sólo uno de los dos asuntos ha merecido consideración judicial, el caso Patronato, porque el Bragagate fue archivado literalmente “por falta de pruebas”. Y las había a porrillo, incluso manifestadas públicamente por los actores en presencia.