Mientras tanto, el gran marionetista de la política teldense, Guillermo Reyes, sigue haciendo de las suyas. Irritado porque dos de sus muchas querellas contra el anterior grupo de gobierno (CC, ahora Nueva Canarias) las ha perdido por goleada, sigue buscando la manera de meter el dedo en el ojo a Paco Santiago y a su gente. Lejos de resolver los problemas de los vecinos, que es para lo que lo pusieron ahí, Reyes prefiere el pleito, la confrontación, la pendencia. Aquellos pleitos que tanta popularidad le dieron y que de alguna manera le auparon al poder, se diluyen como azucarillos. Una denuncia por unos dineros desaparecidos, por lo que acusó a dos concejales nacionalistas, quedó en agua de borrajas, lo mismo que la más reciente demanda de toda la junta de gobierno contra Julián González, que dijo que el alcalde es el padre espiritual de la corrupción en Telde. Crítica política, que tampoco gusta a Reyes.