Menudo cabreo el que se cuece en la Cámara de Comercio de Las Palmas, la que preside con ese peculiar estilo bananero José Miguel Suárez Gil. Además de malestar por el modo en que se trata al personal, alguno acogido a bajas por depresión previas a las denuncias por mobbing, andan los trabajadores mosqueados por el anuncio de que les congelan los salarios hasta el límite mismo de no incrementarles el IPC. Desconocemos los motivos oficiales para tal congelación, quizá derivada de la adversidad que supone que no les hayan dejado incrementar la cuota obligatoria a los empresarios. Pero el caso es que mientras se produce esa merma en el poder adquisitivo de los empleados, la presidencia sigue dándose los homenajes de todos conocidos, que se convierten en provocación cuando, además, el muy plateado presidente cobra dos sueldos, el suyo propio por su cargo, y el de presidente de la Comisión de Comercio Exterior, que también está que arde. Por cierto, qué fuerte lo de la Cámara de Lanzarote, que le llama rémora, mentiroso y vividor. La ventaja que tiene es que no ha hecho un chanchullo en su vida.