Jamás se pudo imaginar Eligio Hernández, letrado de causas estupendas y ex ilegal de casi todo, lo que iba a aprender de sopetón de técnica radiofónica, de lo que es un CD, un vinilo, un ordenador de emisiones o un cable. Hasta ahora creía que cuando escuchaba la radio en su casa era gracias a unos duendecillos nacidos en El Pinar que estaban dentro del aparato receptor que se ponían a cantar cuando él le daba a un botón que, enigmáticamente, llevaba impresa la palabra ON. Ahora que está defendiendo en la Sala de lo Civil y Penal a la magistrada María de los Ángeles Zabala, titular de Instrucción 6 de Telde, se está haciendo un especialista en cables. En cables de emitir en frecuencias radiofónicas que conectan una mesa de mezclas con un ordenador y desde ahí, a un aparato emisor situado en la azotea de la emisora que, de manera milagrosa, dispara unas ondas al espacio radioeléctrico que, a la postre, despiertan de su sueño a los duendecillos de El Pinar. Porque un cable, señoras y señores, un pedestre cable, es la tabla de salvación a la que se está asiendo el letrado para encontrar la manera de sacar del atolladero a su patrocinada, acusada de haber cerrado de mala manera tres emisoras de radio en la ciudad de Telde en julio del pasado año.