Los caprichos del Niño Bravo no solo cuestan disgustos deportivos, como el que va a costar a partir de ahora dejar al entrenador, Pedro Martínez, sin la asistencia de Himar Ojeda. También hay un alto precio económico. Porque, por ejemplo, despedir de manera tan levantisca al director general va a costar a las arcas públicas la nada despreciable cantidad de 195.000 euros que no sobran precisamente a un club deportivo que este año va a perder los 250.000 euros de patrocinio de Bankia o los 400.000 del Gobierno de Canarias, que con suerte quedarán reducidos a 128.0000. Un club que se permite dispendios tan injustificables como que el Niño Bravo se traiga de Santa Brígida a su compañero de colegio Alberto Miranda, al que el Cabildo paga la cantidad de 48.000 euros al año para que teóricamente lleve las cuentas de la entidad. Miranda, en realidad, es un gestor administrativo al que no le van muy bien las cosas en la villa y dedica su tiempo a llevar y traer chismes con los que tener informado a su benefactor.