Hace bien Adán Martín en transmitir a la ciudadanía y especialmente a los trabajadores públicos la obviedad de que el mal de la corrupción no está tan generalizado como podría parecer por el ruido de los escándalos en presencia. Lo malo es que de los dos casos ahora de actualidad, uno de ellos es de pura calderilla, con compras a ferreterías incluidas, y el otro no aparenta de momento haber llegado al bollo del cogollo del meollo, es decir, al departamento de grandes clientes de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, la Consejería de Industria de Luis Soria y el Cabildo de Gran Canaria. Pero llegará. El personal clama por que se investiguen asuntos de mayor enjundia, aquellos que realmente han supuesto un gran escándalo ciudadano y que no aparecen de momento en manos de ningún juez. Para situar geográficamente ese clamor, les diremos que tiene su epicentro en la isla de Tenerife, y no necesariamente en su capital, donde también hay un asunto que preocupa una barbaridad a casi todas las fuerzas políticas. En cuestión de una semana conoceremos una investigación de alto calado que se acerca peligrosamente al Gobierno de Adán Martín, sin que a estas alturas de la historia podamos confirmarles si fue él quien mandó la documentación al fiscal.