Se atenúan de modo considerable los fastos montados por ATI al descubrir que existía vida inteligente en la Fiscalía Anticorrupción de Tenerife y que la impunidad no era total. La denuncia contra Miguel Zerolo, uno de sus niños mimados, ha destrozado una parte del ajuar de cristal de roca legado por ese nunca bien ponderado Tutankamon que es Manolo Hermoso, e hizo aflorar con mayor fuerza las disputas internas. Zerolo saltó como un reguilete y venció el pulso inicial a los que no lo querían de candidato a alcalde. Pero tuvo que aceptar que José Manuel Bermúdez fuera su número dos y su jefe de campaña, con todo lo que eso implica. Y lo primero que implica es que Jorge Bethencourt tenga que alejarse de las esferas del comité campañero, lejos de la financiación, lejos de los mensajes, lejos de las relaciones con los medios informativos. Algo que Zerolo lleva muy mal porque se ha habituado a determinadas buenas compañías como para ahora tener que ponerse serio. Les recomendamos que se fijen en esas vallas zerolianas, donde parece que, de repente, se ha acabado la alegría.