Ya empezamos a comprender por qué Paulino Rivero es el presidente de la “paz social”. No es que tenga gran capacidad negociadora, ni que por donde él pasa se calman las aguas y se abre una brecha oceánica en plan bíblico. Es que el muy astuto huye como gato escaldado de aquellos sitios donde se huele que se va a quebrar esa providencial paz social. Lo hizo, por ejemplo, el sábado en el Estadio de Gran Canaria, cuando se barruntaba gran bronca a la tribuna, donde además de sus reales, sentaban los suyos el director general de Deportes, Álvaro Pérez, y el presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez. De repente, Paulino cogió su teléfono móvil y, colgándose de alguna justificación escuchada al otro lado de la línea, escabullose de allí de modo sigiloso pero veloz. Lo pueden ver en las fotografías, de las que les sugerimos observen el cambio en el semblante de los habitantes de tan presidencial sitio.