Y ustedes se preguntarán, muy bien, y a todas éstas, ¿en qué acabó el caso Isolux? Pues, como todas las cosas que se denuncian públicamente en Canarias exactamente en nada. Bueno, corregimos. Acabó con que la empresa adjudicataria, inexperta en la materia contratada (membranas de ósmosis inversa para las potabilizadoras), incumplió flagrantemente el contrato demorándose más de un año en la puesta en marcha de los módulos contratados. Esa demora supuso un perjuicio económico muy grave para el Ayuntamiento, que tuvo que acudir al mercado del agua de pozos y galerías. Para colmo, ya con el gobierno socialista en el Ayuntamiento, como consecuencia de un defectuoso mantenimiento de esas membranas, se disparó la presencia de boro en el agua de abasto, lo que provocó otra parada de la producción y nueva compra de agua en el mercado. La Fiscalía no tramitó la denuncia presentada por la concejala Nardy Barrios y el único que se sentó en el banquillo por este caso fue el periodista que culpó directamente a Soria de esa adjudicación. Porque el concurso se crió y ensoleró durante su mandato como alcalde, que acabó en julio de 2003; y Pepa Luzardo, tras tumbar el informe de los técnicos expertos, lo adjudicó en agosto tras encargar otro informe a un ingeniero responsable del servicio de basuras para que le dijera que la mejor oferta era la de Isolux. Y a Isolux se lo adjudicó por imperativo de la superioridad. Un gestor del carajo este Soria, ¿verdad? Y Pepa también, claro.