Como en cualquier asunto de esta envergadura, han surgido voces críticas en esto de la salvación de la UD Las Palmas. El primer reproche es que se haya dejado todo para el final y se haya actuado en el límite, agónicamente. Pero si ustedes revisan la trayectoria de la presidencia de Miguel Ángel Ramírez, comprobarán que, a pesar de que parece un luchador de sumo, es capaz de hilar muy fino. Para evitar la liquidación en diciembre de 2004 consiguió que varios empresarios pidieran un crédito para poder terminar la temporada, llevó el proceso concursal por la senda del éxito y amarró un patrocinador, el Cabildo, para pagar a los acreedores menos de la mitad de lo que debía la UD (de 12.000 a 3.500 kilos viejos).