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Espacio de opinión de La Palma Ahora
Primero fue El Hombre que surgió de entre todas las demás especies. Fue capaz de arraigarse a una supremacía que lo convertía en una especie superior ante las demás. Ninguna como ella mostraba esa inigualable evolución y el compendio de posibilidades para subsistir a los diferentes hábitat y situaciones que se le presentaban. Conformó y confirmó, poco a poco, formas de caza, de defensa y supervivencia que atemorizaban y aturdían a las demás especies. El control de la especie humana sobre las demás fue quedando constatado a medida que la evolución y el paso del tiempo asentaban y proponían el ritmo de la historia sobre el planeta.
Más tarde, y en la misma medida, y parte también de la evolución, nacieron formas y sistemas para maniatar y coaccionar a grupos numerosos de los propios miembros de la especie humana. Nacieron formas y sistemas que lejos de proporcionar toda utilidad coherente acabaron por ser herramientas con las que esclavizar a los semejantes. Pero las formas y los sistemas caminaron y evolucionaron siempre un paso por delante que la propia masa de miembros de dicha especie. El hilo que movía todo es el mismo hilo que mueve todo: poder sobre los demás y lo demás. La pauta está en el propio gen, implícita y oriunda, y en ello, la especie humana prosigue siendo un depredador. Eso sí, educado y formal, pero un depredador.
Entre lo que fue primero y lo que fue después, las demás especies dejaron de reportar y proporcionar peligro o alarma, salvo en casos aislados, así que El Hombre se convirtió en el verdadero peligro de los miembros de su especie. Toda la amalgama de acontecimientos que la historia produce y camufla, en ningún caso los verdaderos hechos sucedidos, basan su conducta y su forja para gestionar la conducta y la actitud de cantidades ingentes de miembros de esta especie que ha alcanzado la supremacía sobre las demás especies.
Como se ha dicho, los sistemas y las formas para maniatar y conducir evolucionaron siempre un paso por delante de las certezas o los desvelos de la ciudadanía en relación a lo que se hacía con ellos y sus posibles modos de libertad, y es por ello que, relegadas las formas violentas de manejar y cercar a los rebaños, ahora, en este presente donde residimos, son las emociones donde se cultiva el asedio y el poder sobre otros. Las emociones son explosiones que nos circundan una y otra vez, son el latido de nuestros instantes, y es a través de ellos con los que los medios de comunicación, los métodos comerciales, las formas de convencimiento nos asaltan para que claudiquemos y quedemos sometidos a productos o necesidades que, en realidad, no han sido necesarias con anterioridad, pero comenzarán a serlas en el instante que nos persuadan de que lo son. Utilizan las emociones para manejar nuestras conductas, y si la conducta trae y reporta una inversión económica por nuestra parte, en otra manera reportará una esclavitud laboral enhebrada a ella.
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