Nadal, a recuperar la corona perdida en París
El tenista español Rafa Nadal afronta este domingo una cita plagada de alicientes en la final de Roland Garros, donde aspira a sumar el séptimo Grand Slam de su carrera y retomar al número uno del tenis mundial, aunque para lograrlo deberá superar al único jugador que le ha ganado en sus seis años sobre la tierra parisina, el sueco Robin Soderling.
Tras cuatro años de reinado inmaculado en Roland Garros, Nadal tropezó en los octavos de final del año pasado con Soderling, que este domingo jugará su segunda final consecutiva tras la que perdió el año pasado contra Roger Federer. El balear, muy afectado físicamente, inició aquel día un declive que le alejó de los triunfos y le hizo caer hasta el cuarto puesto del ránking ATP.
Un año después, Nadal ha recuperado la sonrisa apoyándose en su mejor medicina, la tierra batida, donde sigue mostrándose como un tenista casi intocable. Victorias sucesivas e incontestables en los Masters 1000 de Montecarlo, Roma y Madrid preludiaron su desembarco en Paris, donde se ha plantado en la final sin ceder ni un solo set.
El habitual juego de balanza entre los dos líderes del tenis mundial provoca la bajada de Federer cuando Nadal sube y viceversa. Esta vez le ha tocado la cruz al suizo, que fue eliminado en cuartos precisamente por Soderling, dejando en bandeja el número uno al mallorquín. Su quinto trofeo en Paris, su séptimo Grand Slam y su cuadragésimo título como profesional llegaría acompañado del trono mundial.
Con todo, los últimos precedentes no sonríen a Nadal, que también sucumbió ante Soderling en los World Tour Finals de Londres a finales de 2009 por un doble 6-4. Tres victorias previas del español, dos en tierra y una en hierba, completan los cinco enfrentamientos directos entre los finalistas de este domingo.
Gianni Mina, Horacio Zeballos, Lleyton Hewitt, Thomaz Bellucci, Nicolás Almagro y Jurgen Melzer ya figuran en la lista de eliminados por Nadal a falta de Soderling, una víctima con sabor especial que dejaría marcado el Roland Garros 2010 como la redención definitiva del tenista balear.