Un SMS para toda la vida

Situado en el ámbito de los recuerdos en torno al clásico canario, cierro los ojos para retornar en el tiempo y la imagen que a bote pronto me viene a la cabeza es la de una manta colgando a modo de pared en un apartamento cutre de la Playa de Las Canteras.

Esa estampa corresponde a los días de aquel partido marcado por la gota fría, que obligó a que el encuentro entre amarillos y blanquiazules fuera aplazado. La manta dividiendo la habitación que compartíamos mi mujer y yo con un entrañable compañero radiofónico de aquel entonces, tenía como objetivo trazar una tenue barrera de imposible intimidad en un habitáculo obligados a albergarnos a los tres, dado que la emisora en la que trabajaba en aquel entonces, por no poder gastar, no gastaba ni bromas.

El encuentro se aplazó, el compañero regresó a Tenerife y allí nos quedamos la parienta y yo de enviados especiales. Qué tiempos aquellos. Imagínense ustedes, con el permiso del mister por supuesto -Benito Joanet- a mi mujer desplazándose en la guagua del Tenerife como única representante del sexo opuesto en los itinerarios que realizaba el equipo en Las Palmas para acudir y regresar de los entrenamientos. Visto con la perspectiva de los años transcurridos la situación me parece tan surrealista y atrevida por la parte que me toca como por la que le correspondía a un entrenador referente en la historia del Tenerife, que además es una persona extraordinaria de la que aprendí un montón de cosas buenas.

Tan buenas como el magnífico sabor de boca que me produjo el gol de Quique Medina en el partido de marras que era el segundo del Tenerife y que supuso el empate a dos. Aquella vaselina de nuestro central, que se había quedado en posición de delantero centro, ocupa un lugar honorífico en mi memoria azul y blanca. Y para ser equitativos, y pese a que me jeringó bien jeringada la noche, también recuerdo de manera especial el enfrentamiento copero en el Rodríguez López en el que Manolo Lopez, al que yo había bautizado como El Gato de Arucas lo paró todo...tal y como gritaron los seguidores amarillos “El gato de Arucas las para con la cuc...”.

Pero como se trata de un derbi y estoy obligado a sentir de manera subjetiva y apasionada el partido y para invocar resultados positivos, me permito desequilibrar la balanza revelando un dato hasta ahora desconocido por todos aquellos que no son mis familiares. Se trata de un mensaje de móvil que recibí en mi teléfono remitido por un tinerfeño que tiene el alma plenamente identificada con la UD Las Palmas, y que tantos apuros sufre cuando mira el marcador imperante en el clásico canario porque, pese a sus canas, se le divide el alma como a Alejandro Sanz.

Hablo de Martín Marrero, que en su retorno al banquillo blanquiazul, cuando el Tenerife en jornada matinal y sin que se plantearan los problemas de seguridad que ahora se aluden para cambiar horarios de partidos, tras imponerse los jugadores que dirigía a los de su equipo de tantos años por dos goles a cero, me envió, y eso que estábamos peleados en ese entonces, “Un va por ti” que guardo como extraordinario tesoro en un móvil que quedó en desuso, pero del que me niego a desprenderme por el valor sentimental que tienen para mi esas cuatro palabras acolchadas en la memoria del artefacto teléfónico y en la mía particular.

Saludos y que gane el mejor... que será el Tenerife. Y después del sábado, toda la suerte para la UD Las Palmas de la que mi viejo me enseñó a admirar todos los capítulos de gloria con los que abanderó extraordinariamenete el pabellón del fútbol canario.

(*) Redactor de Radio Club Tenerife

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