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Breves relatos electorales
Sí, entiendo respondió el miembro del grupo al que se había dirigido, con una sonrisa. No hace falta ser psicólogo, como usted, para visualizar esas connotaciones. Y al final, por lo común, si quiere continuar con las metáforas, quienes acudimos a la ceremonia, terminamos, en efecto, porculeados. Se comprobó la hora, se abrieron las puertas del colegio electoral y se dispuso la mesa a aguardar la llegada de los ciudadanos. Y no se presentó nadie a votar. Ni una sola persona. La urna no se estrenó. Al menos, deberíamos votar nosotros, ¿no? propuso alguien de la mesa. ¿Y por qué? replicó el presidente-. No es obligatorio. Si depositamos nuestras papeletas, aunque sea en blanco, estaremos falseando lo que ha sucedido verdaderamente aquí. Algo verdaderamente insólito. Quizás un milagro. Lo virginal siempre es milagroso. Quizás un aviso a los políticos. Acaso, un día, este fenómeno se generalice y será la advertencia definitiva de que las cosas deben cambiar mucho para que la democracia sobreviva. Pero, ni los políticos ni los medios consideraron aquello un augurio o un prodigio. Lo dejaron en simple anécdota. Y como tal se recoge en los anales de la historia y en las hemerotecas. La aparición En la madrugada del 23 de junio de 2001 me consta-, y de acuerdo con los sucesivos usos horarios para hacerlo coincidir en cada país- el espíritu del matemático y político belga Víctor D´Hont, se apareció a todos los gobernantes y legisladores de los países europeos y americanos donde se aplica su ley para distribuir escaños o concejalías de acuerdo con los votos logrados por cada partido, según una serie de subdivisiones ampliamente conocida. A todos, D´Hont les trasmitió el mismo mensaje: - Cien años después de mi muerte, advierto a todos de que mi fórmula es un inmenso error. Es increíble que, transcurrido un siglo, aún se continúe utilizando. Aunque algunos políticos comentaron entre ellos la extraña coincidencia de aquel sueño, no le concedieron la menor trascendencia y alguno hasta bromeó: - ¿Pesadilla colectiva? De sucesos paranormales más raros se ha oído hablar. El test El director del curso de Práctica Política para Líderes del Futuro, planteó, en el último test, el siguiente supuesto: imaginen que necesitan un voto, un solo voto, para alcanzar el cargo al que aspiran, y que saben que ese voto crucial está en manos de un elector indeciso a quien conocen personalmente. ¿Qué harán? - Nada. Dejar que el votante decida finalmente por sí mismo. - Tratar de convencerle de la bondad de mi programa y ganarlo para la causa. - Comprarlo. La mayoría del alumnado votó por la segunda opción. Las conclusiones del director fueron simples: La opción correcta explicó- es la tercera, porque ahorra esfuerzos y suele ser eficaz. Pero, al elegir casi todos la segunda, demuestran ustedes grandes dotes para la política. Mienten como bellacos y expresan lo que los demás esperan escuchar. José H. Chela
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