Cambia el PP

Larry, dicen, asimiló el fracaso electoral de su partido y debió llegar a la conclusión de que lo no puede ser no puede ser y encima te aleja de la gente. Está de lo más humildito y dispuesto a apoyar en el Cabildo las iniciativas de José Miguel Pérez con las que esté de acuerdo el PP; lo que resulta positivo alejamiento del no sistemático habitual. Queda por ver si es cierto, en el caso de Larry, aquello de Ovidio respecto al gladiador maltrecho que jura no volver a pelear, pero coge de nuevo las armas en cuanto olvida su antigua herida. Será eso, pensé.

O no lo es porque, por otro lado, ahí está Sánchez-Simón en el Puerto. Comenzó en plan duro y se impuso a la patronal gracias a la infinita capacidad de sumisión de los empresarios canarios con unas actitudes que no le hubieran tolerado en otros lugares. Pero acto seguido se sentó a platicar con Carmelo Padrón y ahí los tienen dispuestos a sentar nuevas bases de entendimiento en las relaciones Puerto-Ciudad. Otro gesto positivo; en principio, porque casi nunca vuelve la confianza al corazón del que la perdió, que dijera Publilio Siro.

Y ya metido en latines, San Jerónimo aseguraba que para el asno la lira suena en vano. Porque tiene narices que tras el apaño de Padrón y Sánchez-Simón siga Luzardo aferrada a la pulsera verde de la Gran Marina.

Las cosas, a lo que iba, están cambiando en el PP. Soria está más callado que nunca. Sus intervenciones casi no van más allá de las obligadas por su cargo en el Gobierno. Pero dicen las lenguas bífidas que no se está quieto y es artífice de la idea del Gobierno paulinés de dejarse de boberías de concursos de TVC y llevar directamente la gestión de la nuestra, de ellos; para digitalizarla, dicho sea no en sentido tecnológico sino en el de encargar a dedo los proyectos a las empresas más comprensivas. Se da por sentado que Soria se las arreglará para que su amigo Pedro Jota no sea, precisamente, de los menos beneficiados. Habrá que permanecer atento a la pantalla, a ver en qué para la cosa, que promete.