Espacio de opinión de Canarias Ahora
¿Dónde estabas el 11-S?
Lo mismo pasaba en el Palacio de la Moneda, a Salvador Allende le mandaban idéntico mensaje los milicos dirigidos por Pinochet y coordinados por la CIA (así se confirmó años después desde Estados Unidos cuando se desclasificaron documentos oficiales). “Con la izquierda no se hace, aunque te haya votado el pueblo chileno” le decían a Allende con el lenguaje de los tanques, aplicando la vieja pedagogía de la letra con sangre entra.
Como estaba aprendiendo a escribir con la derecha todavía no sabía leer a Pablo Neruda ni mucho menos había escuchado a Víctor Jara, al que le cortaban las manos en el Estado Nacional para que no tocara la guitarra y aprendiera que con la izquierda no se hace. Años después supe que el poeta y Premio Nobel murió de tristeza en su cama el mismo mes del golpe chileno. Pero después de hacer este esfuerzo de memoria me doy cuenta de que la pregunta no tenía que ver con Chile y el golpe de Estado de 1973 que acabó con la vida del presidente Salvador Allende y de miles de chilenos. La pregunta se refiere al año 2001 cuando dos aviones se estrellaron contra las torres gemelas de Nueva York.
Ese 11-S de 2001 un servidor estaba en Tenerife grabando una promoción del programa Parlamento para la nueva temporada de Televisión Canaria. La jefa de Informativos, Lourdes Santana, y un servidor teníamos que regresar a las 4 de la tarde a Gran Canaria. Pero cuando íbamos a salir hacia el aeropuerto vemos que media redacción estaba frente al televisor, “mira, qué fuerte, un accidente aéreo en las torres gemelas”. Lo contaban en directo en la CNN. Nos arriesgamos a perder nuestro avión para enterarnos de lo que pasaba.
No era un accidente aéreo. Las cadenas norteamericanas cambiaron el rótulo: “ataque a Estados Unidos”. Paco Moreno llevaba unos meses como director de Televisión Canaria y tomó su primera decisión en la programación tras hablar con el equipo de informativos, había que hacer lo mismo que las otras cadenas, un informativo especial sin interrupción. Santiago González y un servidor entramos en el plató y comenzamos a comentar en directo las imágenes que llegaban desde Estados Unidos mientras nos maquillaban. Todo el personal comenzó a trabajar para localizar a canarios en Nueva York, para llamar a analistas de política internacional, para buscar reacciones de políticos, empresarios y sindicalistas canarios. Aquello terminó de madrugada, con apenas 3 horitas para dormir y regresar a la televisión.
Hasta aquí un de las miles de anécdotas profesionales que se repiten este domingo en los periódicos. Pero lo más importante no es qué hicimos nosotros, sino qué hizo el presidente George W. Bush desde la Casablanca despuésde que por primera vez en la historia aplicaban sobre los civiles norteamericanos la misma medicina que Washington y la CIA habían aplicado en Chile y otros países durante décadas. Los atentados hicieron fuerte a los ultraconservadores de la Casablanca. Los halcones tomaron las riendas de una política exterior belicista que promovió las invasiones de Afganistán e Irak. Casi 4 billones de dólares dedicados a la llamada guerra contra el terror, la represalia militar por unos ataques que habían provocado 3000 muertos en Nueva York ha producido más de 200.000 víctimas mortales en Irak y Afganistán, la mayoría población civil, a eso hay que sumarle casi 5 millones de desplazados y refugiados. En términos militares también salió cara a Washington porque han muerto 6000 militares norteamericanos.
El mundo es menos libre y menos seguro. Lo escribía este domingo el Premio Nobel de Economía Stiglitz, en un artículo publicado en El País. Stiglitz también aportaba las consecuencias económicas de esta década militarista: George W. Bush llegó a la presidencia con un 2% del PIB de superávit fiscal y dejó la Casablanca con un déficit público histórico, por sus recortes de impuestos a los ricos y sus delirios imperiales. En esta década de locura militarista no ha habido ninguna agencia de calificación, ningún director del FMI o el Banco Mundial, ningún responsable del BCE o de la Reserva Federal norteamericana que haya abierto la boca para decir que había que recortar los presupuestos militares, que los estados no podían seguir dedicando tanto presupuesto a la destrucción y la muerte. Al contrario, los mismos que ahora dicen que el Estado gasta mucho en personal para la Educación y la Sanidad, los mismos que imponen reformas constitucionales y recortes sociales para atajar el déficit público, han pasado una década celebrando la fiesta militarista por las subidas en la bolsa de la industria de armamento, por las ganancias de los bancos que han dado préstamos para financiar esas guerras y han multiplicado sus beneficios gracias a ella.
Hay que cambiar este modelo económico y no pueden ser las recetas de los neocom (recortes de impuestos a las grandes empresas, recortes de los gastos sociales, privatización de la sanidad y la educación, venta de las empresas públicas rentables) las que nos saquen del abismo donde ellos nos metieron. Por eso quizá la pregunta no sea “¿Dónde estabas el 11-S?”. Es hora de que nos preguntemos: ¿vamos a permitir que los bomberos pirómanos (FMI, BCE y los obedientes gobiernos de la UE) nos lleven a dónde ellos quieren?
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Juan GarcÃa Luján
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