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Las cartas de los GAL
El ministro del Interior, José Luis Corcuera, que acostumbraba a responder a las preguntasde los periodistas sobre los GAL con “hay que dejar trabajar a la Justicia”, no esperó por la investigación de esas cartas y declaró: “Estas cartas dan un vuelco total a este proceso”. Según cuentan los periodistas Melchor Miralles y Ricardo Arques en el libro “Amedo, el Estado contra ETA”, el director de Diario 16, Pedro J.Ramírez, llamó a su redactor de investigación Ricardo Arques, que se encontraba de vacaciones en Santoña, y le pidió que viajara a Portugal y que investigara el origen de las cartas publicadas por ABC. El periodista viajó a Portugal y se reunión con Fernando Duarte, Director de Instituciones Penitenciarias de Portugal. Duarte desmintió la versión dada por ABC: las cartas no tenían la firma de los directores de las prisiones donde estaban recluidos los miembros de los GAL “fueron simples funcionarios las que las firmaron, no sabemos si de buena fe, o como efecto de algún soborno?He mandado que se abra una investigación”. Ricardo Arques contrastó con abogados de los presos vinculados a los GAL todo lo relacionado con las cartas.
Sólo diez días después de la publicación de las cartas portuguesas, el director de Diario 16 escribió un artículo titulado “Decálogo de las cartas portuguesas”, donde resumía el resultado de las investigaciones del periodista Ricardo Arques. Las cartas fueron redactadas por Gracio Ribeiro, un abogado que reconoció que había recibido instrucciones diarias de un comunicante español. Las tres cartas estaban fechadas en Lisboa, pero en la capital portuguesa sólo estaba preso Mario Correira, los otros dos miembros del GAL estaban en Sintra (Rogerio Carvalho) y en Coimbra (Antonio Ferreira). Los tres desmentían en las cartas haber reconocido a Amedo, pero es que Antonio Jorge Ferreira nunca había declarado que conocía al subcomisario español. El abogado que redactó las cartas le prometió a sus firmantes que sólo las iba a enviar al juzgado de Lisboa que investigaba el caso, sin embargo las mandó a ABC y a la Audiencia Nacional. Sólo diez días bastaron para desmontar el montaje de las cartas portuguesas cuya autoría apestaba a servicios secretos españoles con el apoyo de ABC (que lo dirigía entonces, qué casualidad, Luis María Ansón que hoy es presidente del consejo Editorial del Grupo Intereconomía, que edita Época, lo que ratifica el dicho que dice que perro viejo no aprende trucos nuevos).
Siempre desprecié los terrorismos, el de ETA y, por supuesto, el que pagamos con nuestros impuestos llámase GAL (gobierno del PSOE) o Batallón Vasco Español (gobiernos de UCD) o el intento de asesinato de Antonio Cubillo en Argel. Con Felipe González, con Adolfo Suárez, con Martín Villa o con Alfonso Guerra, el terrorismo de Estado siempre supone/supuso una de las perversiones más grandes de la democracia. De todas formas hay que reconocer que hay estilos y estilos. El terrorismo con clase se practica intentando no dejar huellas. Siempre vendrá un juez a poner una X en lo más alto. Por eso los cargos más altos no hacen los trabajos sucios. Simplemente lo patrocinan.
Lo ocurrido el pasado jueves con la edición de la revista “Epoca” me recuerda al montaje de las cartas portuguesas de los GAL. Según cuenta la víctima de la encerrona que ha hecho Época, Benítez Cambreleng, el montaje ha sido dirigido por José Manuel Soria, el mismo vicepresidente del Gobierno que salvaron de la reprobación el jueves pasado los 34 diputados de Coalición Canaria y el PP. Cuenta Cambreleng que los de Intereconomía le confesaron que Soria pretendía salvar su imagen ante la reprobación parlamentaria. Pero la cosa iba más allá, Soria tenía el mismo objetivo que Corcuera con las cartas de los portugueses: desprestigiar a los que han investigado y denunciado el caso Faycán y la trama del Grupo Europa, frenar el proceso judicial y decir que todo es un montaje de los enemigos del PP. Pero en Canarias se han saltado todos los manuales de la guerra sucia, aquí el que pregunta por la equis, el presunto autor de la grabación ilegal de una conversación privada, el que hace encerronas, el que dispara, el que planifica asesinatos civiles de sus adversarios políticos, de policías, de jueces, de fiscales y de periodistas críticos, el que declara “esto da un giro a este caso judicial”, es el mismo personaje.
El video de la becaria del Gran Wyoming que publicó Intereconomía sin contrastar sirvió para reírnos todos un rato, y nos salió gratis. Pero el problema es que este nuevo montaje difundido por el mismo grupo mediático no tiene ninguna gracia y, además, parece que no nos saldrá gratis a los canarios que pagamos impuestos. ¿Permitiremos que a la vista de todos la consejeria de Turismo que dirige una mandada de Soria pague 30 millones de pesetas al Grupo Intereconomía por la portada difundida el día de la reprobación al vicepresidente del Gobierno? ¿Vincular a Canarias con los GAL y con la palabra crímenes es una forma de atraer a los turistas decepcionados con los estadios de la felicidad o una forma de provocar la caída libre del turismo que lee Época ? Si eso ocurre finalmente, si la consejería de Turismo paga 180.000 euros al Grupo Intereconomía después de la portada de Época, ¿qué estará dispuesto a hacer el Míster X de la banda Faycán el día que tenga en los bolsillos de su minichó los fondos reservados de una policía gubernamental?
Juan GarcÃa Luján
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