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Comportamientos inadecuados a bordo

Salvador García Llanos

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Empieza a abundar la noticia de pasajeros que montan numeritos en los aviones durante el vuelo. Numeritos que van desde gritos y peticiones desaforadas a orinar en plena cabina. Si ahora le ha dado a la sociedad enferma por estos desmanes, mal asunto. Viajar en avión es algo riesgoso, molesto, por lo que pueda sobrevenir en el interior del aparato, sujeto a sobresaltos que, a la larga, acarrea consecuencias negativas. Es natural que las compañías aéreas extremen precauciones o adopten medidas que penalicen comportamientos absurdos e inadecuados. A fin de cuentas son las responsables del transporte de viajeros, uno de los soportes primordiales del negocio turístico en el que repercuten, vaya que sí, las anomalías que se van registrando. 

Así, por ejemplo, la compañía Jet2 habría vetado de por vida al pasajero Eric Forrest, de 55 años, por montar un escándalo a bordo de un vuelo que el pasado 13 de abril despegó el desde Glasgow (Escocia) con destino Tenerife Sur.

Según relataba hace unas fechas Diario de Avisos, fuentes de la compañía confirmaron que el pasajero Forrest mantuvo una actitud agresiva, habría consumido alcohol ilegalmente e, incluso, habría orinado en la cabina del avión. Ante tal panorama, los responsables del avión decidieron desviar el vuelo a Faro (Portugal), apunta el portal de noticias de aviación Aviation24.be 

“Los clientes tuvieron que desembarcar del avión en Faro para que la aeronave pudiera ser limpiada antes de partir hacia Tenerife. Además de causar un retraso a los clientes que esperaban sus merecidas vacaciones en la Isla, esto también significó que los clientes que debían viajar de vuelta a Glasgow tuvieran que pasar otra noche en el destino debido a la llegada tardía del avión”, señaló un portavoz de la compañía, en declaraciones recogidas por el citado medio.

Estos serían los daños colaterales. Esa es otra. Alteraciones sustantivas en el plan de vuelo, pasajeros que llegan tarde a sus destinos, tripulaciones que se ven obligadas a hacer un trabajo extra… Se trata de conductas reprochables de consecuencias perjudiciales para todo un colectivo viajero.

Forrest, por su parte, ha reconocido que estaba ebrio en el momento del incidente, pero negó haber orinado en la cabina, afirmando que solo había derramado vodka. El pasajero no fue arrestado en Portugal, pero tuvo que esperar para regresar a Escocia, donde se disculpó públicamente por su comportamiento.

La compañía ha pedido una compensación económica por los gastos ocasionados. Pues menos mal que no pasó a mayores pero el episodio que, más o menos de parecidas características, se viene sucediendo en vuelos de distintas líneas pero con entrada o salida en aeropuertos canarios, debe hacernos reflexionar sobre hechos que producen la natural inquietud. Son inciertos y desagradables. La medida de Jet2 no es descabellada: el pasajero protagonista de los hechos no volverá a bordo de uno de sus aviones. Hay que ser ejemplares y drásticos.

Y si no, haber sabido beber.

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