Espacio de opinión de Canarias Ahora
Por el encuentro de los comunistas canarios por Varios autores
Lo novedoso no es aquella contradicción, por lo demás intrínseca al sistema, sino su fase terminal, con independencia de lo mucho o lo poco que pueda prolongarse en el tiempo su estado de putrefacción. A las consecuencias clásicas del antagonismo, expresadas hoy en un estado de emergencia social, a escala de todos los continentes, se une la amenaza cierta para la vida en el planeta que representa la irremediable necesidad depredadora del sistema, su natural exigencia de encontrar, en un mundo exhausto, nuevas fuentes de beneficios.
En Canarias, todos los índices de esta siniestra realidad se manifiestan con particular agudeza y con los horizontes más sombríos. Para decir esto, no hay que ejercer de Casandra anunciadora de los peores presagios, es sencillamente repetir lo que todo el mundo sabe.
Pero lo nuevo, también, es que la más grave crisis del capitalismo, la que advierte que su hundimiento puede arrastrar al abismo, y en plazo históricamente corto, a la humanidad entera, se desenvuelve, en buena medida, dejando fuera de escena a la clase obrera y a las otras capas populares que constituyendo la inmensa mayoría de la población, conforman el bloque objetivamente interesado en el cambio de las bases del sistema de relaciones sociales.
Aquel bloque, en el presente, está despojado de representación política, o cuanto menos, de representación mínimamente suficiente para lo que las circunstancias demandan con urgencia.
La situación ha llegado al punto de que la clase obrera y el campo popular en su conjunto se enfrenta a la crisis a la defensiva, sin proyecto propio, contestando, en el mejor de los supuestos, a la iniciativa de la gran patronal. La clase dominante si que adelanta propuestas que representan, de un lado, una involución de cien años en los derechos sociales y, de otro la recomposición de su poder de clase masacrando, al tiempo, a capas de la pequeña y mediana burguesía productiva y comercial. Una contestación que ni tan siquiera alcanza a cuestionar el núcleo central de lo que la crisis ha vuelto a desvelar sin apelación: la anarquía de la llamada economía de mercado y el irremediable efecto letal en su estadio de dominio del capital financiero.
Sin embargo, las condiciones objetivas y su reflejo en el sentir popular, pocas veces antes han madurado tan rápidamente para que sea posible revertir radicalmente el curso de las cosas, y es que pocas veces antes, en más de cincuenta años, el capitalismo ha revelado de manera tan desnuda su contradicción con las necesidades del progreso y de la civilización.
El factor decisivo, que no el único, que ha determinado que a la clase obrera de los países capitalistas desarrollados, le sorprenda la crisis mas aguda del capitalismo desplazada del centro de la contradicción, actuando como clase subsidiaria, es que ha llegado hasta aquí sin detener su retirada en todos los frentes de la lucha de clases, sin remontar el golpe demoledor sufrido en los años finales de la década de los ochenta y en los años noventa del siglo pasado y la consecuente destrucción de parte sustancial de sus partidos clasistas, los partidos comunistas.
Con todo, si la realidad material acrecienta el deseo popular por los cambios transformadores y desmorona a ritmo de vértigo los altares ideológicos del capitalismo, de la misma manera, y por eso, maduran las condiciones subjetivas para el viraje, para dotar al sentir popular de la ideología que transforme el sentimiento en conciencia y para la reconstrucción del partido que la convierta en fuerza política: el partido comunista.
En Canarias el proceso de liquidación de la organización de los comunistas adquirió dimensiones dramáticas. La casi totalidad de la dirección del PCC, desde la transición, desde luego la mas significada socialmente como tal, participó activamente en el proceso de degeneración y no sólo acordó la disolución expresa del partido, sino que se pasó en bloque al campo de lo mas extremo de los enemigos de clase.
La agonía del partido no se ha frenado, es mas, se ha contemplado con indiferencia, cuando no con complacencia, por los primeros responsables en ponerle remedio. El resultado ha sido una severa centrifugación comunista con su pareja consecuencia de marginalidad política y social.
En Canarias, son muchos los comunistas que con mayor o menor significación en distintas esferas de la vida social expresan su preocupación por el actual estado de cosas y su voluntad por recomponer la organización partidaria, por llevar a la sociedad el criterio comunista y por desempeñar el papel que les corresponde en el combate clasista en el Archipiélago.
La diferenciación de la lucha política y social en Canarias, marcada por su singular formación social y superestructura política, facilita, y hasta exige, que el movimiento de reconstrucción comunista se desenvuelva en un amplio marco de autonomía con relación al mismo proceso que parece iniciarse a escala de estado. De hecho la historia político-orgánica de los comunistas canarios siempre ha tenido esa impronta.
La tarea de reagrupamiento de los comunistas en Canarias no va a ser fácil, ni puede serlo tras el doloroso camino recorrido desde hace mas de dos decenios. Ni tampoco, precisamente por ello, puede ser producto de un acto voluntarista, requerirá una labor que exige un trabajo de confluencias a distintos ritmos y niveles y diferentes marcos organizativos. Huelga decir que se habrá de respetar la independencia de las diferentes estructuras orgánicas que ya operan y, en tal sentido procurar los consensos.
El propósito es abrirse camino con un movimiento de encuentro comunista que cuaje orgánicamente en un mínimo de coordinación, promueva la cohesión político-ideológica, avance iniciativas y movilizaciones y transmita a la sociedad el punto de vista comunista. El norte de este movimiento de encuentro comunista no puede ser otro que la reconstrucción del partido de los comunistas en Canarias.
(*) Miguel Ángel Pérez. Joaquín Sagaseta. Javier Doreste. Arturo Borges. Pedro Díaz. Antonio Chamorro. Ariel Pérez.
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