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Explicación de las hipotecas jediondas

Juan García Luján / Juan García Luján

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Explicó Viéitez como el dinero y las empresas ya no se valoran por lo que producen, ni por la calidad de sus productos, por mucho cuento de productividad que reclame la patronal y asuman los sindicatos oficiales. Las empresas se valoran por la fe y esperanza que ponen en determinadas firmas los especuladores bursátiles. Así podemos ver cómo se mezcla el dinero negro con el blanco y con el amarillo, ajeno a leyes y Estado que lo controlen, se mueve el dinero sin encontrar fronteras, ajeno también, por supuesto, a las leyes de extranjería, a expulsiones masivas, a centros de retención o directivas de la vergüenza. Está claro que los euros, los dólares y las libras esterlinas tienen más suerte, más derechos y más libertad que los africanos, los latinoamericanos y los asiáticos.

Aprendí mucho con Vieitez, pero no terminé de entender lo que ha pasado con las hipotecas subprime o, en habla canario, hipotecas jediondas. Ayer, en la tertulia económica de El Correíllo, empresarios y sindicatos también intentaron explicar la crisis. Al final me quedé con cara de no haber entendido nada, así que el excelente tertuliano y economista Aníbal Santana decidió mandarme un vídeo donde un humorista inglés explica lo que ocurrió con las hipotecas jediondas. El resumen de la explicación de George Parr sería: Imagina si puedes a un negro desempleado sentado en un pórtico derruido en Alabama, y un vendedor de hipotecas le dice “¿quieres comprar eso antes de que se caiga? Te dejaría todo el dinero”. Esa deuda es cogida por un banco, y empaquetada con otras similares. Sin entrar en detalles de lo que hay dentro. Eso se lleva a Wall Street. Y entonces algo extraordinario pasa, de alguna forma ese paquete de deudas arriesgadas deja de serlo, y se convierte en un Vehículo de Inversiones Estructuradas, entonces alguien va y lo compra, y llama a un especulador de la bolsa Tokio y le dice “tengo este paquete, ¿lo quieres comprar?” El japonés le pregunta: “¿qué hay en él?” . El vendedor responde: “no tengo la menor idea”.“ Vale, cuánto quieres?”, le responde: 100 millones de dólares. Okay. Y presumiblemente eso puede pasar con el mismo paquete que se va vendiendo en distintas bolsas del mundo.

Sabiendo que en esos paquetes hay muchas hipotecas arriesgadas, ¿qué es lo que hay en ellos que atrae tanto a los inversores? Según George Parr los “hedges fund” (fondos de alto riesgo) tienen muy buenos nombres. Por ejemplo “Bear Stearns” ofrecía el Fondo Estratégico de Crédito Estructurado de Alta Gama, y otro llamado Fondo de Apalancamiento de Crédito Estructurado de Alta Gama. Suenan muy bien, ahí está la magia del mercado, dice Parr. Lo que empezó como unos miles de dólares de un negro desempleado se puede convertir en un Fondo de Apalancamiento de Crédito Estructurado de Alta Gama. El cómico inglés cree que la historia sería otra si se llamara “fondo del negro desempleado de Alabama”, porque entonces alguien sospecharía algo. Pero ahora se dice que la crisis se puede convertir en un colapso financiero. Para evitarlo Parr asume el papel de los especuladores y dice que se evitará el colapso si los gobiernos y los bancos centrales nos devuelven a los especuladores el dinero que perdimos. ¿Eso no supondría recompensar la codicia y la estupidez? No, eso sería recompensar lo que el primer ministro Gordon Brown llama el “ingenio del mercado” Los especuladores no queremos el dinero para gastárnoslo sino para seguir comprando y prestando como siempre, sin pensar en lo que ha pasado. ¿Y si los gobiernos y los bancos centrales se niegan a aportar dinero? El humorista disfrazado de especulador responde con rotundidad: pues habría otro crack y te diría lo que la gente como yo dice siempre que no somos nosotros los que sufriremos sino tu fondo de pensión.

Después de ver la excelente explicación de las hipotecas jediondas hecha por George Parr pienso que los créditos de alto riesgo son como esas bolsas de basura que están perfumadas, que por fuera huelen bien pero dentro sólo hay mierda.¡Qué tiempos estos que para entender esta tragedia económica tenemos que recurrir a los cómicos! Más vale reír que llorar dirán. Aunque la verdad es que si este sistema económico sigue en pie sospecho que continuarán riendo los de siempre y llorando los mismos. Nadie duda que de esta crisis los ricos saldrán más ricos y los pobres más pobres.

Juan García Luján

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