Cómo ganar las elecciones

Las promesas electorales son fundamentalmente de carácter materialista ya que es esa la sociedad que nos ha tocado vivir. La defensa de pensamientos intangibles se defiende en menor medida o casi nunca. Aunque seguramente promesas intangibles de importancia harían sus efectos en el electorado, sumando con ello enormes cantidades de votos hacia los candidatos que logren trasmitir esos mensajes. Posiblemente mensajes que ofrezcan el talismán de “la felicidad”, y para otros segmentos de población “defensa de valores”, pueden ser argumentos de peso de un candidato. Ocurre sin embargo que la sociedad actual se mueve por aquellos estímulos que nos permitan alcanzar un mayor número de bienes materiales: televisores ultimo modelos, lavadoras que hacen casi de todo, teléfonos móviles que casi hablan por el dueño, poseer coches mejores que el de tu amigo, vacaciones a lugares más lejanos que las de tu vecino, etc. Aunque el candidato sabe y reconoce, la necesidad de ofrecer mejores bienes sociales, como pueden ser: carreteras (Las Palmas de Gran Canaria-norte de Gran Canaria), educación (mas centros, mas profesores, mas posibilidades tecnológicas para el alumno, etc), sanidad (se atenderá al ciudadano de la forma mas rápida, con la sanidad pública y con la concertada), vivienda (se le proporciona una vivienda al que no la tenga: en alquiler, en adquisición a precios módicos, oferta de viviendas a estudiantes, etc). El candidato del futuro tendrá que especializarse en la oferta de bienes y servicios fundamentalmente dirigidos a la edad madura, dado que será el segmento de población mayoritario. Seguramente ese tramo de población de esas características valorará las ofertas intangibles “sobre un mundo de felicidad” y la defensa de “un determinado número de valores”. Aun así, el candidato del momento presente, debería tener en cuenta la existencia de un gran número de personas y posibles votantes que se mueven en el tramo de esa edad madura. Llegado a este punto es evidente que la “búsqueda de la felicidad”, es un concepto importante para el programa del candidato, y nadie puede dudar que “la oferta de felicidad”, sea el verdadero talismán del candidato. Pero todos sabemos que la felicidad es un estado de ánimo que no es permanente, son situaciones puntuales que se dan en momentos muy concretos. La soledad del ser humano es una situación evidente de infelicidad en un gran colectivo de seres solitarios. La soledad a la fuerza y de forma involuntaria produce infelicidad. ¿Qué candidato puede tener la solución y ofertar medidas adecuadas al caso? ¿Qué candidato se puede poner a disposición de cada vez más mujeres y hombres que viven en soledad? Aunque también se dan situaciones de parejas consolidadas en el tiempo que ambos desearían estar solos, pero en tales casos hay soluciones inmediatas.Estamos ante una sociedad que reclama un estado protector-paternalista, luego es evidente que el candidato ha de ser conocido (así como la organización política) para poder trasmitir seguridad y confianza. Sin esa premisa es complicado obtener un buen resultado electoral. De ahí que a veces con razón o sin ella, el adversario trate de desacreditar a su oponente o a la organización política que representa.La oferta de felicidad que puede dar un candidato a un gran colectivo de personas es el encontrar un empleo (a los que quedaron sin empleo y aquellos otros y otras, que jamás han trabajado), ello aumenta la autoestima, permite el realizarse como ser humano, y poder vivir con dignidad. Hay muchos colectivos de personas que piden muy poco para alcanzar ciertas cotas de felicidad, algunos tan sólo reclaman que les escuchen, otros que les comprendan, otros y otras que les respeten, a veces sólo piden que les extiendan una mano, pero no sólo durante la campaña electoral. En el caso que tal cosa suceda y el candidato se implique en tales asuntos, está demostrando algo importante, “vocación para dedicarse a la política”.

Enrique Torres Curbelo