Huelga decir

Siempre serán más los que secundan una huelga que los que se manifiestan en las calle a favor de la misma. Las manifestaciones son una forma más de expresarse, pero no la única. Hay muchos ciudadanos que están en contra de las prospecciones petrolíferas, aunque no se manifiesten por mil razones personales.

Mañana es el día de la huelga general, que según las encuestas está apoyada por la mayoría de los trabajadores, pero sin embargo, según esos mismos sondeos demoscópicos, no será secundada masivamente por el miedo a contrariar a sus patrones y perder el precario empleo, que a raíz de la aprobación de la reforma laboral es un bien a punto de extinguir.

Muchos empresarios sin escrúpulos (valga la redundancia) han esperado precisamente a que el Gobierno haya aprobado la reforma laboral para comenzar la escabechina a un precio más barato. Lo sé no sólo por la prensa sino porque lo he vivido y sufrido de cerca.

Claro que si las empresas demoscópicas que aseguran que la huelga general no será secundada de forma masiva son las mismas que realizaron las encuestas de las elecciones andaluzas, es posible que mañana el país quede paralizado de punta a punta.

El PP y sus aliados se las veían felices gobernando todas las comunidades autónomas menos Canarias, pero los resultados en Andalucía y Asturias les han devuelto a la cruda realidad. Los populares no alcanzaron sus expectativas, entre otras cosas porque la gente, tras las primeras medidas al formar gobierno, les ha visto las orejas al lobo.

Si antes de las elecciones autonómicas andaluzas y asturianas ya formalizaron una subida de impuestos y una reforma laboral leonina contra los trabajadores, posiblemente se espere lo peor a partir de ahora a no ser que se encuentren con una resistencia sólida que los disuada de seguir atornillando al personal. El futuro, que es mañana (día de la huelga general), depende de nosotros.