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Iconoclastia
Los jarrones chinos no perdonan

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Cuando perdió sus últimas elecciones, Felipe González dijo que los expresidentes de gobierno eran como los jarrones chinos en un apartamento pequeño. “Se supone que tienen valor y nadie quiere tirarlos a la basura pero en realidad estorban en todas partes”, afirmó . 

Nunca se definió mejor Felipe González a sí mismo y de paso a su sucesor en la Moncloa, José María Aznar, los dos presidentes de gobierno más coñazos que hemos tenido, los abuelos cebolleta que de forma grandilocuente y altanera se han despachado a gusto porque creen que siempre tienen la razón aunque no la tengan. 

Además, esos dos jarrones chinos han sido bastante maleducados porque han puesto a parir sistemáticamente a sus sucesores correligionarios: González a Zapatero y Sánchez y Aznar a Rajoy, y eso que este último fue designado a dedo por el penúltimo, algo que no ocurrió en el PSOE, en donde Zapatero y Sánchez fueron producto de congresos y primarias ganados y por lo tanto fueron elegidos democráticamente dentro del partido.

En el congreso socialista en el que Zapatero fue elegido secretario general, este desconocido diputado vallisoletano le ganó a Bono, que había sido muchos años presidente de la Junta de Castilla-La Mancha; a Matilde Fernández, que fue ministra de Asuntos Sociales con González, y a Rosa Díez, en aquella época eurodiputada socialista y exconsejera de Comercio, Consumo y Turismo del Gobierno Vasco presidido por el nacionalista Ardanza. 

Posteriormente abjuró de todo eso, no solo del nacionalismo amigo sino también del socialismo y dio un paso a la derecha montando un partido que poco tiempo después se estrelló con todo el equipo. Hoy es una mujer amargada y rencorosa con su pasado que no encuentra su sitio en la vida pública. 

Ahora los dos principales jarrones chinos de la política española han rajado de nuevo de Pedro Sánchez por la ley de amnistía que quiere sacar para los soberanistas catalanes antes de firmar un acuerdo de investidura y posiblemente de legislatura. 

Llama la atención que González y Aznar acusen a Sánchez de estar fuera de la ley y de poner en peligro la Constitución Española con la aprobación de la amnistía, esa figura jurídica que se empleó en la laureada transición y que hizo que muchos represores y torturadores del régimen franquista se fueran de rositas.

Los defensores a ultranza de la transición y autodenominados fatuamente constitucionalistas presumen de esta barbaridad. Los graves delitos cometidos por aquellos franquistas no tienen punto de comparación con los de Puigdemont y compañía. Lo de los catalanes es un juego de niños. 

Felipe González, el conocido como señor X de los GAL y del terrorismo de Estado, fue aquel señor que abrazó a Barrionuevo y Vera en las puertas de la cárcel para solidarizarse con ellos y criticar duramente a la justicia española. Al parecer no tuvo suficiente con ser el único presidente del Gobierno de España que disfrutó de cuatro mandatos consecutivos en el poder porque quiere seguir teniendo protagonismo ahora que no le toca. Por eso se comporta como un tocapelotas.

José María Aznar afirmó ayer que Sánchez es un peligro para la democracia y que está poniendo en jaque una Constitución que ni el marido de Ana Botella votó porque no le gustaba, según reconoció en un artículo de prensa en un diario riojano. En aquel tiempo ese oscuro inspector de Hacienda trabajaba y vivía en Logroño y seguramente acudía cada quince días al estadio de Las Gaunas a ver al Logroñés. 

En su juventud militó en el Frente de Estudiantes Sindicalistas, una organización falangista de orientación católica. Aznar, que critica a Sánchez de pactar con golpistas y filo terroristas, fue aquel presidente que autorizó la negociaciones de su gobierno con la banda terrorista ETA que él blanqueó llamándola públicamente Movimiento Vasco de Liberación Nacional.

Tilda a Sánchez como un peligro para la democracia aunque él proviene de un partido que fundó un ministro de la dictadura franquista. De hecho, Aznar fue el sucesor a dedo de Manuel Fraga al frente del partido conservador español por antonomasia. Estos toletes dicen que no admiten la amnistía porque hace que los españoles no seamos iguales ante la ley. Como si por ejemplo el rey fuera igual ante la ley que el resto de los españoles. Ya la Constitución se encarga de blindarlo.

La Constitución es esa Carta Magna tan contradictoria que por un lado señala que todos somos iguales y que no puede haber discriminación por sexo, raza o religión pero en cambio en otra parte del texto se dice que los varones tienen preferencia para heredar la corona. El rey Felipe es el tercero de sus hermanos después de sus dos hermanas pero estas fueron desechadas por esa rara Constitución que dicen defender. 

 Estamos hartos de jarrones chinos y ya va siendo hora de que un balonazo los deje hecho trizas en el pasillo del angosto apartamento. Nadie los echaría de menos. 

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