Espacio de opinión de Canarias Ahora
Laurel sobre un ataúd
El escritor y crítico Luis García Jambrina, miembro del jurado, declaró ayer que este premio servirá para recuperar a un autor con una obra tan valiosa como desconocida. Al profesor de Filología Antonio Becerra le gusta recordar la frase de María Rosa Alonso “los poetas canarios cuando mueren, mueren dos veces”. En las islas es difícil consolarnos con la frase “nos queda su obra”, porque las ediciones limitadas de los libros de poesía muchas veces se distribuyen mal, y quizá terminen en almacenes, en las bibliotecas de otros poetas o, como ayer, en la mesa de algún jurado que descubre el talento a destiempo.
Ahora
sí estoy ante nuestra mesa
donde escribimos y hacemos pizarra de la luna
y bebemos cuando nos escuchamos
los ojos y despiertan
silencio y pasos y palabras
nunca escritas porque ahora sí que escucho
como anda lo que bebo
cuando
callo (Celdas 6).
Al final del poemario Liverpool Jorge Rodríguez Padrón escribe un texto donde defiende la excepcionalidad y vigencia del libro publicado en 1947. Dice Padrón que con Liverpool (primer libro en solitario de José María) su autor consiguió “ fundar una
realidad poética que es verdad; es decir, crearla con un lenguaje propio que se establece como disidencia ante la palabra secuestrada por el poder, ante la sumisión ideológica que impone su dictado y- sin la menor duda- ante la escritura poética convencional en la que tan cómodos se han sentido siempre el poder y la ideología“.
Tras el fallecimiento de su esposa la poetisa Pino Betancor en 2003, José María jubilado ya de su trabajo de oficinista se entregó a los versos. Escribía al final de su cuaderno Cuarto Pum, en 2005: “El poemario se desarrolla y está en diálogo constante ante la mesa de camilla donde tanto Pino como el que esto escribe, convivieron y compartieron sinsabores y alegrías, y variadas conversaciones con amigos y otros que aparentemente lo eran”. Su hija Susana me decía anoche que José María estuvo escribiendo hasta un mes antes de su muerte, hasta que el dolor de la enfermedad le impidió sentarse en esa mesa de camilla a hablar con la luz, a traer las palabras libres, los versos expresionistas, los poemarios sin reglas, los versos libres que no buscaban el elogio y no temían la censura (ni la política ni la literaria)?
“Busco
en el ojo
qué agujeros aun quedan
por cavar y dónde encontrar más tinieblas
y sombras que romper
y hundir más en el polvo la palabra
que haga crecer arriba las escaleras de la luz
y poder escribir sin amarras?“ (Celda 19)
Otros artículos en el blog Somos Nadie
Juan GarcÃa Luján
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0