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¿Libros, qué libros?

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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El ministro se encontraba de visita en Las Palmas de Gran Canaria, con motivo de la presentación del primero de los cuatro libros dedicados a recopilar la obra teatral de Benito Pérez Galdós y escogió un foro especialmente receptivo a todo aquello que tuviera que ver con la literatura impresa.

De sus declaraciones, y de las cifras aportadas, queda claro que la literatura ?como otras tantas facetas de la cultura- no formaban parte de las prioridades de los anteriores ejecutivos. Las cifras aportadas reflejan un diferencia realmente abrumadora: frente los 155.000 euros gastados por el último ejecutivo conservador del Partido Popular (hay fuentes que cifran ese gasto en 130.000 euros), el actual gobierno declara haber gastado un 20.000.000 de euros en el tiempo lo que lleva al frente del gobierno de nuestro país.

Las cifras pueden ser cuestionadas, tamizadas o desmentidas. Lo que yo sí sé es que, en los últimos años, las bibliotecas de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria están pudiendo adquirir los libros que en la anterior década se les negaban. Y eso que el Cabildo de Gran Canaria organizó una campaña de recogida de libros en el año 2002, para la cual tenías que firmar una hoja diciendo que te desprendías de dichos libros y que no los reclamarías después. No sé la aceptación que, realmente, tuvo la campaña, salvo la televisiva noticia en la que se veía una mesa llena de libros (no pude ver si estaban los que yo había dado, cierto es) y poco más.

He tratado de encontrar más fuentes que apoyen las declaraciones del titular de cultura, pero está claro que el Ministro aprovechó su visita a las islas para “sacarle los colores a sus antecesores en el cargo”.

Lo que sí he podido encontrar es la pérdida de subvenciones para cultura ?con apartados para compra de libros, incluidos- en comunidades gobernadas por el Partido Popular.

El caso es que, si en vez de veinte millones de euros, son diez o sólo cinco, la diferencia sigue siendo abismal y deja muy a las claras una forma muy diferente de hacer las cosas.

No voy a caer en la tentación de enumerar los gastos en partidas/ elementos/ propagandas varias de los antiguos gobiernos conservadores en las islas, por ceñirnos a un territorio más conocido, porque, si se quieren justificar las cosas, se acaban encontrando razones por las cuales ese dinero estuvo bien gastado. Si a estas alturas hay personas capaces de poner en tela de juicio el extermino de los judíos y otras razas en los campos de exterminio nazis, tratar de razonar con quienes creen, de manera ferviente, que es lícito gastarse 360.000 euros en una enseña o más de seis millones de euros en publicidad institucional, me parece que sólo conduce a cogerse un buen dolor de cabeza.

De ahí que redujera el asunto a conceptos más fáciles de manejar. En este caso, me dio por sumar lo que nos habíamos gastado mi pareja y yo en comprar libros y cómics ?para nosotros y para otros muchos ambas cosas son literatura- en el último año.

La suma y posterior división nos dio como resultado que el gasto total ascendía, aproximadamente, a unos 90 euros mensuales ?unos 1.100 euros en total-. La cantidad puede parecer muy alta, pero no lo es tanto si se la compara con otras formas de entretenimiento.

Una vez obtenida la suma, me puse a pensar en otras personas que, como nosotros, disfrutaban con el ritual de ir a una librería y, tras pasar un buen rato, comprar uno o varios libros. Al final logré juntar a otras diez personas más, después de pensar poco más de cinco minutos. No sería aventurado pensar que cada uno pudiéramos habernos gastado la misma cantidad, con lo que la suma total ascendería a unos 11.000 euros.

Saquen ustedes mismos las cuenta, si son lectores y si conocen a personas que les gusta la lectura y llegarán a la misma conclusión a la que llegué yo.

De ser totalmente ciertos los datos aportados por el Ministro, el gasto del Partido Popular en libros ?los mencionados 155.000 euros- se me antojan, no sólo ridículos sino insultantes para un país cercano a los 45.000.000 de habitantes.

En esto como en otras cosas, habrá voces que cuestionen mis afirmaciones y, de paso, me tachen de reaccionario, sectario y vaya usted a saber qué más cosas. Cada cual tiene su opinión y la mía está muy clara: si no se invierte en cultura, la formación de sus ciudadanos se resiente y de manera muy grave.

Los libros son un bien necesario en la vida de las personas ?ya sean físicos o digitales- y darle la espalda a la inversión de las bibliotecas, tal y como se ha hecho en Las Palmas de Gran Canaria ?y sé muy bien de lo que estoy hablando- me parece algo gravísimo y que deja al descubierto las prioridades de un consistorio frente a otros de diferente color político.

Para mí, la cultura y la formación de las personas está por encima de cualquier ideología, porque lo que se invierta en ella, revertirá en la sociedad, antes o después. Y me cuesta entender -sobre todo porque la mayoría de los cargos políticos son titulados superiores universitarios- que se frivolice, o peor, se utilice la cultura y la educación como una moneda de cambio para pagar favores.

Hay otros datos que indican que, desde 1993, se han dejado de invertir 19.000 millones de euros en la educación pública, favoreciendo a la educación privada. La táctica no es nueva y yo lo pude comprobar, al vivir una situación parecida cuando estudiaba en la universidad. En aquella oscura época, el rector de la universidad Complutense volcaba todo su tiempo, esfuerzo y sus recursos económicos en “sus colegios mayores” relegando a los demás al papel de Oliver Twist pidiendo más gachas frías.

Lo peor del caso es que a muchos ciudadanos o no les importará, los más mínimo lo que dijo el ministro ?sólo hay que ver los niveles de lectura de nuestro país, dentro de la media del continente europeo- o les parecerá correcto el gasto de los populares y escandaloso el llevado a cabo por el actual gobierno. Tal y como dije antes, todo se puede justificar, hasta las mayores atrocidades. Yo prefiero quedarme con una frase del Doctor Henry Jones, padre del arqueólogo Indiana Jones, en la tercera película de la serie. En ella, el arqueólogo y erudito comentaba que a los alemanes les hubiera ido mejor sin marchar con el paso de la oca y dejando de quemar libros en los mítines del partido nazi. Aunque, alguien podrá argumentar que eso es ya historia del siglo pasado.

Eduardo Serradilla Sanchis

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