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López llega al poder para, como Obama, proveer el cambio necesario

Enric Sopena / Enric Sopena

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Cuando Pedro J. Ramírez alaba con entusiasmo la hazaña de los socialistas vascos, afirmando que los resultados en Euskadi del pasado domingo son precursores de un gran “cambio en la historia de España” y describe a José Luís Rodríguez Zapatero como un “hombre agradable”, que consigue incluso “sacar agua de las piedras”, toda precaución suya, amigo Patxi, ha de ser poca.

Inesperado coro de palmeros

Y cuando el mismísimo Federico Jiménez Losantos se suma al carro de los elogios hacia López, aunque a veces lo diga entre ironías y algún que otro sarcasmo, la prudencia por parte del candidato lendakari ha de redoblarse todavía más. No hay que fiarse lo más mínimo de este inesperado coro de palmeros. El aludido sector de la derecha extrema, tan bien representado por la COPE -que se disfraza de falsa modernidad y se envuelve con la bandera española- lo único que pretende es liquidar el nacionalismo vasco al que tilda de excluyente. Y, desde luego, para excluyente esa derecha montaraz en la que, de un modo u otro, se funde el nacionalismo español más rancio.

Operación legítima y democrática

La operación del PSE, cuyo objetivo consiste en que -por primera vez a partir de que fue aprobado el Estatuto de Autonomía, hace treinta años- gobierne Euskadi un Ejecutivo no nacionalista es una opción perfectamente legítima e irreprochablemente democrática. No es una maniobra contra natura, como repiten con singular estolidez, muchos voceros del PNV. Sólo podría ser calificada así una alianza entre el PSE y la extrema derecha lepenista, más allá de ciertos comportamientos populares de carácter, como mínimo, equívoco.

Josu Jon Imaz

¿O era en verdad lepenista, según tales voceros, el PP, cuando el PNV respaldó, en 1996, la investidura como presidente de José María Aznar? ¿O lo era cuando el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, hace un par de años, repetía que su partido igual podía pactar, para formar el Gobierno de España, con el PSOE que con el PP? Parece sensato, por otra parte, que el PNV precisamente eluda este tipo de planteamientos.

La violencia etarra

Entre otras razones, porque el actual lendakari no ha tenido reparos -aun vulnerando su compromiso en sentido contrario- a la hora de recibir el voto de diputados sospechosos de connivencia con la violencia etarra. Y si es cierto que ETA también ha matado a gentes militantes o próximas al PNV, nadie ignora que el número de víctimas mortales del PP y del socialismo resulta estremecedor. Sólo por tal circunstancia el nacionalismo debiera ser un poco más respetuoso con los votos de los populares vascos.

La conveniencia de abrirse

Pero dicho todo esto, Patxi López ha de evitar como sea que su Gobierno sea considerado un obús contra la otra mitad de ciudadanos vascos que dan apoyo al PNV y a sus socios minoritarios. Tiene que abrirse al conjunto de la sociedad ?según el proyecto que baraja el PSE-, limar las intransigencias y los enfrentamientos, guiñar el ojo a Ezker Batua, defender como propia la esencia del vasquismo y no desaprovechar la energía del nacionalismo más dialogante, sin olvidarse de quienes, habiendo votado el PP, apuestan por una derecha flexible y moderada.

Peligrosos obstáculos

Tendrá López que sortear no pocas dificultades y peligrosos obstáculos. Los que quieren derrotar o hasta enterrar el nacionalismo vasco ?tal es el caso de aquellos que le envían ya cantos de sirena- le montarán todo género de conflictos más o menos artificiales, si no secundan sus directrices. Y desde el otro lado, los más radicales le llamarán traidor a Euskadi. Pero, sea como fuere, convendrá que recuerde lo que proclama Barack Obama. Asegura que no ha llegado al poder para hacer lo mismo que se ha estado haciendo hasta ahora. “Ni para dar pasos pequeños, sino para proveer el cambio necesario que este país demandaba”, puntualiza el nuevo presidente de EEUU.

Euskadi, un modelo

Euskadi también espera “el cambio necesario”. ¡Ojalá López pueda emular a Obama y logre transformar Euskadi en un modelo de convivencia, de paz, de pluralismo y de libertad! ¿Es una utopía? Probablemente, pero siempre es preferible la utopía a la demencia de los violentos o a la obsesión de los fanáticos. De una parte y de otra.

* Director de elplural.com Enric Sopena*

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