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Manuela y las manos limpias

Carlos Sosa / Carlos Sosa

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Tanto tiempo después, Manuela Carmena es magistrada de la Audiencia Provincial de Madrid y, como tal, una de las firmantes -en compañía de Ramiro Ventura- de la sentencia definitiva que absolvió y lavó el honor del doctor Montes y de todos los médicos del servicio de urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés, falsamente acusados de mala praxis médica con los pacientes terminales. Carmena resolvió que no sólo había que absolver, sino que además había que hacer desaparecer de cualquier fallo judicial que los médicos y auxiliares habían actuado al margen de sus principios deontológicos.

La ultraderecha ha vuelto a atacar a Manuela. Parece natural que a los herederos ideológicos de aquellos matones de Atocha, a los que nunca gustó que se legalizara el PCE y mucho menos que Zapatero ganara en 2004, irrite la sentencia de la Audiencia Provincial que dejaba en evidencia que la derecha madrileña que gobierna en la Comunidad de Madrid había actuado de manera indecente, antidemocrática y sectaria contra un equipo médico de la sanidad pública.

El sindicato (en fin) Manos Limpias se ha puesto a buscar en los antecedentes personales y profesionales de los magistrados firmantes de tal agravio, hasta encontrar que pertenecen a la asociación Jueces para la Democracia y que, para colmo, habían participado con anterioridad en un foro de debate sobre la eutanasia.

La grandeza de la democracia permite que exista Manos Limpias, una siniestra asociación de ultraderecha que durante años se ha dedicado a perseguir en los tribunales de justicia cualquier iniciativa, colectivo o persona que pudiera ser perseguible, asustable y, en definitiva, susceptible de quedar dañada con la mera presentación de una querella, una queja o una denuncia.

Manos Limpias se ha quejado ante el Consejo General del Poder Judicial del comportamiento de Manuela y Ramiro, y el Poder Judicial ha abierto diligencias informativas. Se mezcló el hambre con las ganas de comer, y el próximo miércoles el órgano de gobierno de los jueces decidirá si expedienta a estos dos magistrados progresistas, sin más indicios que lo que recoge la denuncia.

La gente sensible de la carrera judicial se ha movilizado, pero como ocurre con las personas que no utilizan la fuerza de las armas ni la revancha pendenciera, trata de hacerlo con la fuerza de la razón, poniendo en circulación un manifiesto de apoyo a los dos magistrados y de repulsa a la utilización grotesca de los mecanismos que el Estado de Derecho otorga para el control de los poderes públicos.

Ninguna de las partes personadas en la causa de Leganés recusó en su día a los magistrados, ni la denuncia de Manos Libres ha alcanzado a la tercera magistrada firmante de la sentencia, quizás porque no ha levantado sospechas ideológicas o no se ha manifestado libremente -los jueces también tienen derecho a la libertad de expresión- sobre cualquier asunto que importe a la sociedad.

Entidades o movimientos como Manos Limpias, la Asociación de Víctimas del Terrorismo y en ocasiones hasta la Conferencia Episcopal, con la ayuda inestimable de algunos medios informativos, tratan de devolvernos a los peores momentos de la transición, cuando los defensores del régimen fascista se resistían a los cambios políticos y sociales. Como ahora, treinta y un años después de la matanza de Atocha.

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