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Entre todos lo matamos

Cristóbal D. Peñate / Cristóbal D. Peñate

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Lo único que desgraciadamente sucedió fue la muerte de una niña que se cayó de un columpio.

Lo que sí sabemos, también desgraciadamente, es que la sociedad condenó a un joven sin darle la posibilidad de defenderse. Algunos medios de comunicación y algunas instituciones lo llamaron directamente asesino sin darle la oportunidad de demostrar que no lo era.

La falsa noticia de la violación y asesinato de la niña se conoció justo el día en que se celebraba la jornada contra la violencia de género, lo que hizo que la reacción ciudadana fuera aún más sensible y unánime.

La directora del Instituto Canario de la Mujer, Isabel de Luis, pidió la máxima pena para el asesino. Así lo llamó, sin anteponer la palabra presunto o supuesto. Lo condenó sin juicio, sin considerar su presunción de inocencia.

Lo mismo hizo el periódico ABC, que en su portada tituló, bajo la fotografía de un Diego asustado y huidizo: “La mirada del asesino de una niña de tres años”.

Isabel de Luis, tras el grave patinazo, se limitó a decir: “Es que no estábamos condenando a la persona, sino al hecho”. Pero desgraciadamente los hechos no son nunca asesinos, sino las personas.

Si hay justicia de verdad, alguien tendría que sentenciar ahora a los que condenaron sin juicio ni razón a Diego para toda la vida.

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