¿Cómo es posible que siendo Córdoba la única ciudad del mundo con cuatro nombramientos Patrimonio de la Humanidad, sea un destino que el turismo visita durante unas pocas horas o un único día?
Esa es la cuestión que me hago en muchas ocasiones cuando a mis clientes, durante o tras la visita guiada, les pregunto por el tiempo que van a pasar en la ciudad. Por fortuna, parece que el signo está cambiando y cada vez son más los que me contestan a esa pregunta diciéndome que dormirán una noche o dos, y que, por tanto, pasarán en la ciudad califal dos o tres días. Pero sigue siendo mayoritaria la respuesta de visitar la ciudad durante unas horas para luego continuar y sí pernoctar en otros destinos y ciudades como Málaga, Sevilla o Granada.
No solo es la Mezquita-Catedral lo que esta rica y milenaria ciudad puede ofrecer al visitante, aunque así lo parezca contemplando las campañas publicitarias y videos de promoción de la Junta de Andalucía. Córdoba es una ciudad que cuenta con un patrimonio más rico y abundante que muchas otras ciudades y que se configura con una serie de edificios históricos, iglesias, conventos, yacimientos arqueológicos y museos que en la mayoría de las ocasiones pasan completamente desapercibidos al visitante, ya sea porque se informa por cuenta propia o porque la promoción y puesta en valor por parte del Ayuntamiento de Córdoba es bastante pobre.
Una visita a Córdoba puede resumirse por parte de la gran mayoría del turismo que recibe la ciudad de la siguiente manera: visitamos la Mezquita-Catedral durante una hora aproximadamente, después visitamos el Alcázar de los Reyes Cristianos y por último dimos un paseo por el barrio judío. Ese “resumen” de Córdoba, en el mejor de los casos haciéndolo con una visita guiada, tarda en hacerse unas cuatro horas. Cuatro horas en la ciudad de los cuatro Patrimonios de la Humanidad.
Qué maravillosa utopía sería una serie de visitas nocturnas a edificios y monumentos tan bellos como el Palacio de Viana, las diferentes iglesias que componen la Axerquía de la ciudad o inclusive actividades culturales como conciertos o teatro en museos como el arqueológico, el taurino o el de Julio Romero de Torres
Cierto es que esta ciudad tiene una asignatura pendiente que lleva años intentando resolver. Quizá ya se haya llegado a un punto de contagio estoicista y senequiano que haga que este asunto ya se tenga como caso perdido, y es la oferta nocturna de la ciudad. Son muchos los restaurantes y bares de copas que se reparten por ella, pero lo cierto es que una vez que la Mezquita-Catedral cierra sus puertas, el barrio de la judería y antigua medina apagan sus luces y a su mismo tiempo este “apagón” contagia la zona centro de la ciudad.
No contamos con ningún cine céntrico que ofrezca una oferta cultural audiovisual, no contamos con ningún tipo de espectáculo nocturno en otros edificios históricos (pues el único es “El Alma de Córdoba”, la visita nocturna a la Mezquita-Catedral) ni tampoco contamos con espacios culturales que cierren sus puertas más allá de las siete u ocho de la tarde, en el caso de que abran. Pongo como ejemplo la Casa Góngora, un espacio que abre únicamente si hay alguna muestra o exposición en ella, cosa que en raras ocasiones ocurre.
Claramente es costoso y requiere de un esfuerzo personal y económico importante, pero qué maravillosa utopía sería una serie de visitas nocturnas a edificios y monumentos tan bellos como el Palacio de Viana, las diferentes iglesias que componen la Axerquía de la ciudad o inclusive actividades culturales como conciertos o teatro en museos como el arqueológico, el taurino o el de Julio Romero de Torres.
Una utopía paradigma que quedará en eso mientras las instituciones públicas y privadas de la ciudad no pongan su grano de arena que, y lo digo sin ninguna duda, sería bien recibido y apoyado por la inmensa mayoría de intérpretes del patrimonio y guías de turismo que dan a conocer al resto del mundo Córdoba.
Las únicas épocas del año donde esta ciudad parece estar más despierta en las noches son los fines de semana que el carnaval se celebra en la calle, la Semana Santa, la feria y la Noche Blanca del Flamenco
Las únicas épocas del año donde esta ciudad parece estar más despierta en las noches son los fines de semana que el carnaval se celebra en la calle, la Semana Santa, la feria y la Noche Blanca del Flamenco, iniciativa ésta última que podría expandir el Ayuntamiento de la ciudad no solo a una madrugada del mes de junio, sino en otros muchos meses para que así se consolide como un buen acto cultural, no solo en la propia ciudad sino también en el panorama regional e incluso el nacional.
Sea como sea, parece que la ciudad de los cuatro nombramientos Patrimonio de la Humanidad, a pesar de que siga batiendo los récords de visitantes y turismo y siga siendo elegida por National Geographic o Forbes como la ciudad más bella, bonita o con mejor calidad de vida de España o Europa, seguirá abocada a que sea la ciudad del pase rápido, la ciudad del Fast-Track, la ciudad a la que llegas a las diez de la mañana y abandonas a las dos de la tarde.
Deseo y espero que sea la ciudad a la que llegas el día diez y abandonas el día dos del mes siguiente.
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