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Los modos del PP
Portavoz de los presidentes peperos fue el gallego Nuñez Feijoo. El hombre fijó posiciones en su primera intervención, de acuerdo con lo que ya había adelantado en días anteriores. Aunque se le escapó, ay, el palmario reconocimiento de que hablaba “desde el PP”; o sea, dejó claro que no actuaba como presidente de una Comunidad sino en su condición de militante de partido. Es decir, puso por delante de los intereses de los gallegos las instrucciones recibidas de Génova, en función de la estrategia de Rajoy para llegar a La Moncloa. Es decir, al pronunciarse “desde el PP”, Feijoo puso de manifiesto que fue el partido quien fijó su posición, no el interés de su comunidad. Zapatero aceptó más del 80% de las propuestas conservadoras, pero el resultado hubiera sido el mismo de incorporar el 150%.
Muchos considerarán normal ese modo de actuar. Nuestra cultura política no da para entender que un presidente autonómico lo es de todos los ciudadanos y de todas las ciudadanas de su comunidad, tanto de los que lo votaron como de los que no y que eso lo obliga a poner el interés de los gobernados por delante de los de partido. Esto es difícil de entender particularmente en Canarias donde se gobierna en una isla contra la de enfrente, qué se le va a hacer.
Esto es así al punto de que si Zapatero decide seguir adelante con las propuestas que acaban de rechazarle, no sería de recibo que dejara de aplicarlas en las comunidades gobernadas por el PP. Zapatero ha de actuar como presidente de todos los españoles y pueden estar seguros de que si intentara esa discriminación (que seguramente sería insconstitucional), le montarían el gran pollo los mismos presidentes peperos que se negaron a consensuarlas; por muy inconsecuente que parezca rechazar algo de lo que se exige su cumplimiento en el día a día.
La actitud de los presidentes peperos en la conferencia refleja el pánico de Rajoy a que le suene la flauta a Zapatero y acierte. La estrategia del PP, en la que cifra la esperanza de volver a La Moncloa, es la de cuanto peor, mejor y por eso dice no a todo lo que venga del Gobierno. Trata de inmovilizarlo, de impedirle gobernar y de ahí sus esfuerzos en ridiculizar todas sus iniciativas, desprestigiarlo en los ámbitos europeo e internacional y lo que haga falta. La posibilidad de que se remonte la crisis es la pesadilla de Rajoy, a quien contrarían visiblemente las buenas noticias por escasas que sean.
Hay ocasiones en que el afán de zurrarle al Gobierno a como dé lugar lleva al PP a contradicciones que indican falta de respeto a la inteligencia ciudadana. Entre los muchos casos que podría citar me referiré sólo a lo ocurrido con los guardias civiles que penetraron hace unos días en aguas de Gibraltar persiguiendo a una lancha de narcotraficantes. Las autoridades gibraltareñas los retuvieron y el Gobierno español pidió disculpas.
El incidente sirvió a los peperos para clamar por el endurecimiento de las relaciones con Gibraltar y no se les escapó lo de la “pérfida Albión” porque prefirieron acusar a Zapatero de darse más prisas para disculparse que en pedir explicaciones por el hecho; que fue, no lo olvidemos, una invasión de aguas que, guste o no, no son de soberanía española.
Es la manera pepera de ver las cosas. Pero no todas las cosas, si recordamos al submarino nuclear británico, el “Tireless”, llevado hace unos años a Gibraltar para reparar una grave avería. Estuvo allí año y pico (no las dos horas que duró la retención de los guardias civiles) y Aznar no sólo justificó su presencia en aguas inmediatas a las españolas, las que atravesó, sino que se olvidó de que aquí las leyes prohiben el paso artilugios nucleares. Aznar zanjó el asunto agradeciendo al Gobierno británico su información, que calificó de “permanente y correcta”. Ustedes dirán si no estaba ya el hombre bichado por el “espíritu de las Azores”.
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