La necesidad de un compromiso entre el Gobierno y las FARC para intercambiar prisioneros viene de lejos. Que a esta iniciativa le siga una negociación política de más alcance apenas constituye una esperanza. Está basado, el intercambio, en una doble certeza. El Gobierno no está en condiciones de derrotar a la guerrilla ni con el Plan Patriota implementado junto a Estados Unidos ni con operaciones militares de tierra quemada. Las FARC tampoco pueden ganar una desigual guerra de baja intensidad. Mientras llega algún acuerdo político, un suponer, la sociedad colombiana quiere rebajar el nivel de sufrimiento de los implicados, avances en los derechos humanos, el fin de la impunidad. La portavoz de los familiares retenidos por las FARC, Fabiola Perdomo, repite al Gobierno las aspiraciones de sus representados: “Ahora se hace más necesario el canje humanitario”.Hace casi dos años que países mediadores como Francia, Suiza y España propusieron la desmilitarización de una superficie de 400 kilómetros durante un plazo máximo de 60 días, con el objetivo de negociar el canje humanitario entre rehenes de las FARC y guerrilleros presos. Uribe jamás lo aceptó porque dificultaba su opción imposible de la solución militar e implicaba el reconocimiento político del adversario. Menos iba a tener en cuenta la opción planteada por las FARC, a saber, la desmilitarización de unos 800 kilómetros en Pradera y Florida en el departamento del Valle del Cauca. Al clamor por alcanzar un acuerdo se ha incorporado incluso el ex presidente liberal Ernesto Samper (1994-1998), nada sospechoso de guardar simpatías por la izquierda, quien aportó que cualquier zona para el intercambio sería definida por expertos militares y vigilada por observadores internacionales. La opinión de Samper, desarrollada en un artículo titulado Señor Uribe, ¡hay que negociar con las FARC! , no salió publicada (que yo sepa) en algún diario de Colombia, ni siquiera en El Tiempo de Bogotá, sino en el diario francés Le Figaro . El ex presidente escribe que “todavía se está a tiempo de entender por fin en Colombia que la liberación de los rehenes por la fuerza no es apropiada. Sólo la negociación entre los actores de este conflicto lo conseguirá”. El Gobierno “debe comprender que sin negociación no habrá liberación de los rehenes. La única opción para salvar sus vidas es la firma de un acuerdo humanitario ahora”. El conjunto de la comunidad internacional debe plantear con firmeza esta solución a Uribe. Ni buena ni mala, la única asequible en las circunstancias actuales. Rafael Morales