Espacio de opinión de Canarias Ahora
Nacer de nuevo por Domingo Viera González
Y entonces se pronunciaron aquellas palabras que, a través de la conciencia colectiva, han llegado hasta nosotros con la misma frescura y potencialidad de cambio que la que tuvieron en el momento de ser expresadas: “es necesario nacer de nuevo”.
Este mismo mensaje, con distintas palabras y formas, se ha venido repitiendo a través de estos más de dos mil años. Muchos y muchas han sido los hombres y mujeres que lo han entendido y se han decidido a nacer de nuevo para dar a luz un nuevo modelo de persona, de comunidad, de relaciones, de grupos, de convivencia colectiva. No es necesario citar nombres propios individuales o colectivos. Estoy seguro que el lector, que se haya decidido a prestar un poco de atención a este artículo, a poco que busque en su conciencia personal y colectiva, los encontrará sin ninguna duda y no muy lejos de sí mismo. Uno de los que ha dejado su cuerpo últimamente ha sido Vicente Ferrer. Otro, más cercano, Celedonio López. Uno y otro renacieron entre los más necesitados y dieron vida nueva a muchos otros.
La realidad de Canarias y, en particular, de nuestro municipio está diciendo a gritos esta misma pregunta. Muchísimos canarios, vecinos y vecinas de San Bartolomé de Tirajana, nos lo estamos preguntando en nuestro foro interno y en los ratos de encuentro, de tertulia, de conversación, que tenemos a diario con amigos y conocidos. Como se lo ha preguntado el pueblo norteamericano en las últimas elecciones o se lo está preguntando ahora el pueblo de Honduras. ¿Qué hacemos?
La respuesta, que nos ha llegado a través de los siglos, atravesando realidades personales y colectivas, es ésta: ¡hay que nacer de nuevo! ¡Sí, podemos¡
A todas y a todos los que en su conciencia personal y colectiva sientan resonar como propias estas palabras, y sé que son muchos, les animo a ponerse en camino. Estén donde estén. Pertenezcan a lo que pertenezcan. Sólo hace falta una condición: que, como aquella persona mayor, se atrevan a perder el miedo que paraliza y envejece definitivamente a las personas, a los grupos y a la sociedad. Ese miedo estéril que algunos siempre intentan introducir en nuestras conciencias para paralizarnos y al que, en cada época, le dan distintos nombres: crisis, desempleo, abandono, soledad, frustración, desencanto, desilusión, dependencia, etc.
No se puede poner vino nuevo en odres viejos. Eso lo saben bien los que en nuestro municipio se dedican, y con éxito, al cultivo de la vida y a la elaboración del vino. Ya no nos sirven las viejas estructuras que se están haciendo pedazos de ineficiencia e ineptitud a ojos de todos. Ya no responden ni a las necesidades más elementales de la ciudadanía, pues están enrocadas en sus propios intereses y en su propia supervivencia. Lo sabemos bien los vecinos y vecinas del Castillo del Romeral y de Juan Grande, entre otros muchos, que, además de todo lo que ya sabemos, estamos soportando estos días una nube de polvo y tierra por los trabajos irresponsables en la nueva cárcel y en la Casa Condal, sin que el Ayuntamiento haga nada y el Seprona se haga rogar un día y otro a pesar de las continuas llamadas y gestiones de los vecinos.
Queda dicho y aún es tiempo.
Domingo Viera González
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