Espacio de opinión de Canarias Ahora
El negocio del miedo
En este contexto, en estos dos años de dura crisis económica el discurso dominante que pide que se recorte el déficit público, que se reduzca el número de empresas públicas, que se recorte el número de funcionarios, ese discurso parece compatible con el aumento de funcionarios con pistolas. La oferta pública de empleo del Estado en 2009 supuso un importante recorte de personal, sólo se repuso el 30% de las plazas que quedaron vacantes por diferentes motivos. En este año 2010 se acaba de aumentar el recorte: no se repondrán el 87% de las plazas vacantes por jubilación, excedencia u otros motivos. ¡Qué bien, el Estado adelgaza! Los enemigos de lo público exclaman: ¡Qué maravilla cada vez tendremos menos funcionarios, menos parásitos que viven del sueldo público, menos personal que se pide la baja para irse a pasear a la playa?!
Pero? Hay una parte que crece, que sigue aumentando. Cada vez hay más guardias civiles, policías, funcionarios de prisiones y militares. ¿Estamos en crisis o estamos en guerra? ¿No dice el gobierno que en los últimos años ha aumentado la seguridad? En la Oferta Pública de Empleo de 2009 se convocaron 17.948 nuevas plazas de trabajadores públicos y 2613 de promoción interna. Un 25 % fueron para policías y guardias civiles: 4967. Otro 25% fueron militares : 5682. En la oferta de empleo de 2010 el recorte de personal es aún mayor, no se repondrán el 87% de las plazas. Dice el gobierno que esto supondrá un ahorro de 280 millones de euros respecto al año pasado. Sin embargo se convocan 1989 plazas nuevas: la inmensa mayoría serán militares (754), guardias civiles (232) y policías nacionales (222).
Si nos fijamos en los presupuestos del Estado de la primera década de 2010 da la impresión de que seguimos en el periodo de la guerra fría. El Ministerio de Defensa pasó de un presupuesto de 5868 millones (año 2001) a 7357 en el año 2010, a esta cifra hay que añadir el dinero para investigación militar, 1183 euros en 2010. En seguridad ciudadanase ha pasado de 4996 en 2001 a 8873 en 2010. Añadan ustedes el crecimiento espectacular de las empresas de seguridad privada. Aunque se ha pasado del principio sagrado de monopolio de la violencia que sólo podía estar en manos del Estado a una privatización de la violencia (en aeropuertos, puestos, centros comerciales, iglesias, museos, supermercados), los presupuestos en fuerzas de seguridad y los gastos militares siguen aumentando. Mientras a nivel estatal el presupuesto en Servicios Sociales y promoción social es de 2737 de euros en 2010.
A esto hay que añadir las policías locales y las autonómicas. El cabildo de Gran Canaria acaba de decidir un concurso público en materia de seguridad por 4,8 millones de euros para dos años ¿En qué isla vivimos que gastamos (sólo desde el cabildo)1 millón de las antiguas pesetas cada día en seguridad? ¿Se gasta lo mísmo en Cultura, en Asuntos Sociales?¿En atención a menores? El miedo también es un negocio en el mercado de votos electorales. En España está como último ejemplo el fichaje por el PP del Juan José Cortés, padre de la niña presutntamente asesinada Mari Luz Cortés, que se ha convertido en asesor del partido de Rajoy en materia de política de menores, un cura evangélico sin formación en leye. En Canarias podemos poner como ejemplo de esa explotación electoral del miedo la esperpéntica comisión parlamentaria de menores desaparecidos.
En las islas, el mismo gobierno que ha congelado las plazas en la administración de Justicia, que ha recortado el dinero destinado a atención a drogodependencias, que no convoca plazas de trabajadores sociales, que ahorra en las sustituciones en Educación, que incumple la ley de Dependencia, es el mismo gobierno que en pleno año de dura crisis crea cien plazas de policías autonómicos. Todo esto acompañado de unos medios de comunicación públicos que dedican casi la mitad del tiempo de sus informativos a magnificar sucesos, repetir noticias de violaciones, desapariciones, a crear una sensación de inseguridad permanente. Es el negocio del miedo.
Al final de qué sirven tantos policías, tantos militares, tantos guardias de seguridad, tanto código penal que pretenden endurecer en una sociedad donde no se nos educa en la resolución de los conflictos, donde se nos mentaliza que somos individuos que compiten con otros. De qué sirven tantos funcionarios armados si la violencia que no nos enseñan a controlar y resolver puede provocar una pelea mortal entre dos chiquillas en una abandonada fábrica de yesos de un pequeño pueblo que podría llamarse Seseña?.
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Juan GarcÃa Luján
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