Siempre octubre

José María Noguerol

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Hubo épocas en que no era necesario avisar para invitarse. El Castaño llevaba tres días en mi pequeño piso del Putxet, no era la primera vez. “Hoy viene la Romana, ¿nos dejarás tu habitación?” Pensé en la Rubia, que había prometido venir a buscarme para ir al colegio electoral. “¿Cuándo te vuelves a Zaragoza?” le dije insolente a mi huésped. Se quedó sorprendido, pero no respondió. Tenía planes para pasar unos días en Tarifa con aquella hija del Trastévere que le había prometido un futuro de rentista a costa de la democracia cristiana italiana. La Rubia apareció con su Vespa 125-Primavera casi recién estrenada. Nadie podía pensar entonces que aquella moto nos pasearía por Barcelona los próximos treinta años. Mi colegio electoral estaba en la otra punta de la ciudad, cerca de la Monumental. “Deberías empadronarte en donde vives. En el fondo, añoras esa comuna detestable en la que vivías.” La Rubia era joven, lista y celosa. “Me empadronaré de nuevo el día que pueda hacerlo en la Bonanova, en casa de tus padres.” Sonreímos. El 28 de octubre de 1982 corté con mi abstención activa y decidí votar al PSOE. Todavía teníamos todos el miedo en el cuerpo después del golpe de estado. Nos fuimos a comer a Can Massana escudella i carn d’olla, muy cerca de la rubiesca casa familiar. Entre el coñá Mascaró y la siesta se esfumó la tarde.

Con el telediario de la noche, apareció en mi casa la Moreneta del Vallés. Era sobrina, o sobrina nieta, o lo que fuera, del asesino de Trotsky, Ramón Mercader. “Vamos a perder y mucho.” No le pregunté quiénes porque sabía que hablaba del PSUC. “¿Te apetece una buena carne?” Contra la tristeza, proteínas en Los años locos. Después, unas copas en el Zig-Zag donde se expandían  las melancolías entre los labios. “¿Ves como hemos perdido?” me dijo muy de madrugada entre las sábanas de mi habitación de invitados. “Tras la convocatoria de las elecciones, el director de Cambio 16, José Oneto, le preguntó por el lema, “Por el cambio”.

-¿En qué consiste ese cambio –dijo.

Felipe se lo pensó un poco, quizás de verdad, buscando unas palabras que no había negociado con su equipo, y contestó con un segundo lema:

-Que España funcione.”

[Sergio del Molino, “Un tal González”]

Madrid, y octubre de 2022. 

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