El paro y el crecimiento, incompatibles

La tasa de paro de 5,9 millones de desempleados, según la EPA (Encuesta de Población Activa) editada por el INE el pasado jueves 24 de octubre, pesa como una losa, para permitir el crecimiento de la economía de forma mínimamente aceptable. Para lograr una mejoría apreciable en un enfermo infestado por el paro y poder crecer es obligado conseguir bajar el desempleo.

Con elevadas tasas de paro se frena el crecimiento. Sin una tasa adecuada de crecimiento económico es imposible actuar en una reducción de la tasa de paro importante. Es la pescadilla que se muerde la cola o el círculo vicioso del desempleo. Romper ese círculo requiere continuar con las mejoras de nuestras exportaciones y la potenciación del turismo. La industria y la agricultura, situadas en posiciones críticas, no tienen salida inmediata, pero hay que adoptar medidas razonables para mejorar la productividad y competitividad de la agricultura y la industria.

Una demanda interna que no tira del consumo al darse una economía muy deprimida, con parados de larga duración, pensiones recortadas, funcionarios con mermas en su poder adquisitivo, etcétera, etcétera. En definitiva, un sector privado con un poder adquisitivo muy bajo y un coste de endeudamiento elevado, así como, un sector público muy condicionado por los recortes, reformas que no estimulan el crecimiento. Nos vemos abocados en gran medida, en los próximos años, a la mejoría de los países punteros europeos para que aumente el crecimiento y baje el desempleo.

Hay un segmento de población de jóvenes menores de 25 años que, según la EPA, están en situación de paro de larga duración, son 1.734.300 y representan el 16% del total de desempleados. Aumentando en 9.800 en el último trimestre. Hablaremos de las complicadas alternativas a corto y medio plazo, teniendo en cuenta además que el próximo trimestre nada mejorará con un turismo en la Península de temporada veraniega.

Si grave es la situación de esos jóvenes, también lo es la cifra de 2.898.900 parados de larga duración, que representan el 49,1% del paro total. Aquí los milagros económicos se hacen aún más complicados. Esas dos cifras de desempleados de larga duración, hasta un total de 4.633.200, son un verdadero drama social y un insalvable problema político para los gobernantes a corto y medio plazo a la vista de lo sucedido. Digan ellos y ellas lo que digan. Lo que se contradice con la actitud pavoneadora de lanzar a los cuatro vientos el resultado del crecimiento económico del 0,1% de la economía española.

En política hay que ser muy sensibles a las situaciones dramáticas y muy prudentes en la forma de vender los pequeños éxitos. En los momentos dramáticos hay que saber trasmitir los mensajes sin acritud pues de lo contrario es mejor dedicarse a otros menesteres. Dar ánimos no significa mentir. Esa última cifra de paro señalada le queda vivir momentos muy difíciles, tremendamente complicados y el que diga lo contrario miente como un bellaco.

La difícil situación de los jóvenes en paro con cierto nivel de cualificación por sus estudios y preparación debería ser, momentáneamente, salir del país para regresar cuando la situación económica mejore. No podemos condenar cinco, siete, o más años a unos jóvenes preparados con un salario precario, sin seguridad laboral y muchos de ellos explotados y quemados por el mercado laboral español en el mejor de los casos. Es más recomendable salir a otros países con mejores oportunidades hasta que se produzca ese crecimiento tan deseado. Alcanzar tasas de crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) por encima del 2 al 3%, llevará tiempo y esas serán las tasas que permitirán observar una reducción del paro de cierto nivel.

Los 2.898.900 parados de larga duración es cuestión de un análisis más profundo de ese colectivo, como conocer edad, sexo, número de desempleados en una misma familia, nivel de estudios y formación, sectores laborales de procedencia, si son nacionales, de países comunitarios o de terceros países, etcétera, etcétera. Esa información nos aclarará el nivel de dificultad para ofertarle un empleo, para otorgarles una ayuda del Estado, para convencer a algunos extranjeros a que regresen a su país, para ayudar a buscar otros mercados laborales a personas con un potenciar adecuado. El Gobierno debe ofrecer soluciones, allanar el camino en la búsqueda de un empleo digno y establecer medidas que permitan hacer crecer la economía con el único objetivo de generar empleo. Esas soluciones y muchas más se les habrán ocurrido a muchos economistas y a otros que no lo son. Como decía Keynes, “esas soluciones hay que encontrarlas a corto plazo ya que a largo plazo estaremos muertos”.