Espacio de opinión de Canarias Ahora
Política desde el bar de los mal amados por José Antonio Younis
Cuando el límite ocasional se convierte en principio habitual de acción y cuya implantación no es mutuamente consentida, estamos hablando de políticas conservadoras. Estamos hablando de un principio de razón política que practica la derecha del paraíso canario. Por ejemplo, la alcaldesa saliente puso límites habituales a la participación ciudadana, proscribiendo la participación de la misma ciudadanía en las comisiones y sociedades municipales. Cuando los límites impuestos a la ciudadanía es lo habitual, se percibe contención y monopolio de la política. La política deja de significar justicia y libertad. Y ahora, con Jerónimo Saavedra, es posible que puedan entrar en el bar de los bien amados recién abierto incluso los ahora mal amados. Mal amados que colgaron en el ayuntamiento el cartel de se reserva el derecho de admisión. Tal vez por coherencia no deban aprovecharse del cartel descolgado o a punto de descolgar por Saavedra y, coherentes con la razón política que han practicado, se queden fuera. Límites, poner límites y más límites ha sido el concepto político implícito deslizado debajo de toda práctica y razón política de la derecha del paraíso de Adán. Cuando los de arriba hablaban de límites no lo hacían mirándose a sí mismos, sino a la población, siempre desde la visión del impedimento, la prohibición, la mutilación de posibilidades, la policía clandestina de la culpa que se cuela en la subjetividad colectiva.En una sociedad mayoritariamente de clase media baja y baja como la nuestra, cualquiera lo puede comprobar, los mitos sobre los límites son lo único que resulta creíble para quien busca salvación a su fragilidad permanente en todos los sentidos. Así que, quienes prometen límites buscan ofrecer curas irracionales al espanto y al vacío de futuro basándose en razones políticos tan creíbles como los horóscopos. Los signos del horóscopo político de los límites en el paraíso canario han sido no más inmigrantes; evocar el paraíso de un territorio frágil, pero vapuleado a pesar de ello por los grandes negocios asociados al turismo, la construcción, transportes en tren y carreteras y más carreteras rayando todas las islas en un giro de peonza sin fin; limitar la participación ciudadana y criminalizar las reivindicaciones que podían entorpercer sus negocios (Puerto de Granadilla, Las Teresitas, el gas, etc.). Ofrecían la seguridad de los límites seguros a cambio de votos, pero fueron ellos mismos quienes estimulaban el sentimiento de desamparo en una población ya habitualmente desamparada en lo económico y en lo político a lo largo de su historia.Sinceramente, creo que Nueva Canarias y PSOE si se unen en el futuro, sin divismos y cesarismos infratoletes, harían un favor a Canarias. Está más necesitada que nunca para no ahogarse en la ciénaga de la disidencia ideológica, la misma que ha hundido a la política a ser un mero lavaplatos electrodoméstico cuyo programa no recicla más allá de las indicaciones del mercado o de esa economía política que olvida que la miseria de la política es esconder la existencia precaria. Y, ya se sabe, la dificultad de vivir siempre acaba pasando factura, tanto a los que tienen como a los que no tienen ni donde caerse muertos. El voto administrativo, el voto en la urna, no es el límite de la política. Si así fuera, mejor un electrodoméstico. La política es hablar y escuchar. Pero lo cierto es que nadie quiere reconocer que hablan mucho y escuchan poco. Todos los partidos, por lo pronto, se han olvidado de escuchar la gran abstención. No encontramos análisis prolijos y severos sobre tan importante cuestión, seguramente porque intuyen un campo de minas que haría explotar la misma base que justifica el papel profesional del político.El nuevo gobierno de Canarias es una oportunidad de hablar y escuchar. Es una oportunidad que no se resolverá si no toman conciencia de que todo son circuntancias y que cuando las circunstancias pesan más que la voluntad de la conciencia histórica, el pasado repetido, no sirve para avanzar.
José Antonio Younis
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