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El referéndum en Venezuela
Las cosas transcurren de la manera siguiente en Venezuela. Del 16 de agosto al 7 de octubre se realizaron más de 9.000 actos públicos para informar y debatir democráticamente. Una línea telefónica gratuita recibió más de 80.000 llamadas, consultas y críticas al proyecto durante ese mismo período. Uno 10 millones de ejemplares describiendo las enmiendas fueron distribuidas a lo largo y ancho del país. Una encuestadora determinó que más del 77% de la población las leyó. Los votantes disponen, pues, de bastantes conocimientos para formarse su propio criterio.
De tal modo que, salvo los intoxicados por las armas de desinformación masiva o los interesados (allí y aquí), los ciudadanos saben que lo establecido en las reformas es la reelección presidencial todas las veces que el candidato o la candidata reciban los votos necesarios. Como sucede en España y en otros países europeos, sin que nadie acuse a cualquier candidato de pretender “perpetuarse en el poder” para acabar con las libertades. La Constitución venezolana contiene una ventaja democrática añadida: los ciudadanos tienen el derecho de revocar a la mitad del mandato a cualquier funcionario electo, incluido el presidente de la República. Por otro lado, lo importado realmente desde Cuba son maestros y médicos, no modelos. Las reformas reconocen de manera explícita la propiedad privada (nacional y extranjera) junto a otras formas de propiedad pública y social. Las expropiaciones, con las indemnizaciones correspondientes, podrán realizarse por razones de interés social o de seguridad alimentaria. Si el contenido de estos dos puntos está claro, toca describir otros brevemente.
Nacen órganos de poder, como los consejos populares y una nueva organización territorial. Las Fuerzas Armadas serán “un cuerpo esencialmente patriótico, popular y antiimperialista que en ningún caso estará al servicio de oligarquía alguna o poder imperial extranjero”. El Banco Central perderá la autonomía que hasta ahora sirve para su control por parte de los acreedores internacionales. Establece la posibilidad de decretar el estado de emergencia, con las consecuencias que implica para cualquier país democrático. El derecho al voto se ejercerá a partir de los 16 años de edad. La semana laboral pasará de 40 horas a 36 sin reducción de salario. Facilitará las expropiaciones de tierras y su redistribución entre los sin tierra y los pequeños productores. Habrá cobertura universal de la seguridad social, incluyendo a sectores no calificados, quienes constituyen casi el 40% de la fuerza de trabajo. Más oportunidades para los más pobres de acceder a la educación superior. El derecho a la vivienda adquirirá rango constitucional?
Espero que la campaña de terror informativo y las movilizaciones anunciadas para sabotear el referéndum no impidan la libre expresión de los venezolanos el próximo domingo. Y hay que reconocer el resultado, guste o no. La oposición aparece desesperada y descabezada, tanto que corre una broma por Caracas según la cual el único líder indiscutible de los antichavistas es el rey de España. Por mi parte, aspiro a una jornada democrática tranquila. ¿Pregunta usted por mi voto si acudiese a las urnas? Piense en la democracia, los intereses de los trabajadores y/o de qué lado está la patronal golpista agrupada en Fedecámaras. Quizá lo adivine.
Rafael Morales
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